Si su respuesta es que es o fue un huracán, sólo tendrán parte de razón. Y es que Sandy no sólo dejó decenas de muertos y millones de afectados en la costa oriental de EU, sino que podría ser un factor determinante para el resultado electoral.
Es esta una de las contiendas presidenciales más cerradas e impredecibles de la historia reciente. Obama ha tenido que lidiar con la obstinación de una economía que no se acaba de recuperar de la crisis del 2008-2009 y que acelera y desacelera como coche viejo, jaloneándose, pero agarrando vuelo muy poco a poco. Eso por sí solo bastaría para derrotar a muchos presidentes en funciones, y el argumento de que evitó una debacle mayor podrá ser cierto, pero no es entusiasmante ni gana muchos votos. El hubiera, ya lo sabemos, no existe…
Obama enfrenta, además, uno de los movimientos más intensos y furibundos que yo recuerde para desbancar a un presidente. La intensidad y pasión de los republicanos, de los movimientos cristianos, conservadores y por supuesto del Tea Party son verdaderamente impactantes, y no dudo que exista entre algunos de esos furibundos detractores una carga de racismo, descarado o encubierto.
Romney, por su parte, tuvo que ganar una de las primarias más intensas y negativas de su partido, con adversarios que se le atravesaban y se le indigestaban una y otra vez. No fue tarea fácil, desde el moderado e inteligente de Gingrich hasta el extremista de Santorum, y el costo de lograrlo fue su congruencia y su credibilidad. Y es que para derrotarlos no vio más opción que la de tratar de imitarlos. Poco a poco fue abandonando todas aquellas posturas moderadas que lo hicieron ser un buen Gobernador y un político interesante, para convertirse en el híper conservador al que en el fondo nadie le acaba de creer. No hay que engañarse, de no ser por el intenso rechazo que provoca a muchos Obama, Romney no tendría oportunidad. Pero sí la tiene, y por eso el nivel de intensidad de estos últimos días de campaña. Acompañado cada uno por sus respectivos personeros, escuderos y sus candidatos a la vicepresidencia, recorren una y otra vez los estados donde todo se decidirá.
Algunos votarán con el bolsillo, otros con el estómago, otros más con sus convicciones. Al final, todo se resume en: ¿Podrá más la estructura y la organización de Obama que el odio y rencor de sus adversarios? ¿Ganará la emoción? ¿O será que la respuesta de Obama ante Sandy le dé los poquitos votos que le hacen falta en este momento? Lo sabremos muy pronto…
Internacionalista