El fiscal general Alejandro Gertz y la presidenta Claudia Sheinbaum han insistido en culpar a Estados Unidos por la violencia y el tráfico de armas en México, un tema que ha estado en la agenda desde la captura de “El Mayo” Zambada en Sinaloa. Ambos coinciden en señalar que la mayoría de las armas utilizadas por los sicarios provienen del otro lado del río Bravo, y Gertz incluso habla de un “contrabando” que inunda al país. Sin embargo, omiten convenientemente un factor clave: las aduanas mexicanas, que, aunque ahora están bajo control de las Fuerzas Armadas, también han mostrado fallas significativas debido a la corrupción interna.
La excusa de culpar a los estadounidenses por todo no solo es una muestra de mediocridad, sino también un intento de evadir la responsabilidad del gobierno mexicano frente a problemas estructurales. Este mismo gobierno, que se presenta como un “pueblo bueno y sabio”, parece no tener problemas para estirar la mano y recibir dádivas del crimen organizado, como las roscas de Reyes que el CO distribuye en varios estados. A pesar de los discursos, las acciones son otras, y la falta de respuesta efectiva ante esta realidad es patente.
En cuanto a la postura del gobierno mexicano respecto a Nicolás Maduro, la situación es igualmente preocupante. Mientras países como Brasil y Colombia han retirado su apoyo al régimen de Maduro tras las acusaciones de fraude electoral, México continúa respaldando al mandatario venezolano, mostrando una contradicción en su discurso sobre la democracia y la represión. ¿Por qué seguir apoyando a un régimen que reprime a su población y desprecia los principios democráticos, señora Sheinbaum? La falta de claridad en la política exterior sigue generando cuestionamientos.
