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Vive Consuelo días sin fiestas

Superiberia

La Perla.- A sus 84 años de edad, Consuelo todavía camina entre dos y tres kilómetros diarios para visitar a sus hijos que viven en Metlac Hernández, como tantas otras personas enfrenta una situación de pobreza que le impide celebrar las principales fiestas que marca el calendario, como la de hoy.

 

El sitio al que la adulta mayor encamina sus pasos cada 24 horas, es una congregación que se encuentra a una hora de la cabecera municipal, y en la que apenas viven unas 40 familias; se formó hace décadas en una hondonada entre cerros y el volcán Pico de Orizaba.

 

Desde joven le tocó trabajar extenuantes jornadas en el campo para sembrar y cosechar follaje, a veces bajo un sol que poco calienta; otras soportando el intenso frío, que en algunas temporadas del año se transforma en severas heladas, entonces el termómetro alcanza los cero grados y que por lo mismo les quema la piel.

 

Para subsistir también producen carbón y pinos que únicamente comercializan en diciembre.

 

El dinero que obtienen es insuficiente para celebraciones, por eso indicó que ella y su familia no tuvieron cena de Navidad ni de Año Nuevo; tampoco disfrutaran este día de una Rosca de Reyes y menos de un chocolate caliente; en la sierra es imposible que los pobres puedan darse esos lujos.

 

A diferencia de los núcleos que viven en la zona urbana o en el pueblo más cercano que es Cumbre del Español, ninguna noche es especial para Consuelo, todos los días son normales, no pasa nada, se quedan sin misa, aunque en esta temporada de inicio de año, esperan la llegada de organizaciones altruistas que a veces los visitan para regalarles ropa usada o juguetes a los menores.

 

“Nosotros no organizamos festejos, soy sola, estoy sin marido, tengo seis hijos que me viven, tres hombres y tres mujeres, el último que estaba en la casa murió hace como un año, no se qué le pasó, lo enviaron al Hospital de Río Blanco y no se levantó”, recordó con nostalgia.

 

Añadió que todas las personas de su comunidad se dedican a las labores del campo, pero el recurso que obtienen es insuficiente para celebrar, por ejemplo, el Día de Reyes.

 

Carencias

 

Consuelo ignora qué son los romeritos y cómo se preparan, nunca probó el bacalao, el pavo o las 12 uvas, el 31 de diciembre cenaron a las 19:00 horas, en su mesa sirvieron frijoles hervidos, recalentaron el té de canela y tortillas en el comal que colocan sobre el bracero, algo bueno es que el 25 del mes pasado estrenaron su Piso Firme, fuera de eso no hubo más, “Cuando uno está joven no siente el frío, pero ya de edad cala hasta los huesos, no puedo cortar el follaje porque estoy muy grande, hay veces que me ayudan, de lo que se vende, una parte me la dan y la otra es para él que lo trata allá en Orizaba, hace muchos años que no bajo a la ciudad”, indicó la señora.

 

A sus 84 años doña Chelo, como le dicen en el pueblo, no recuerda hace cuánto festejaron la última Navidad y mataron una gallina, hicieron ponche o estrenaron una prenda, pero sigue con ganas de vivir, en su rostro ya cansado por la edad, existe un brillo especial, por lo que seguirá caminando descalza a fin de ofrecer los tepejilotes que corta para tener un extra, los carga en una cubeta de plástico, con la cual se le ve allá en la alejada comunidad de Metlac Hernández. 

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