¿Recuerdas querido lector aquella película que nos llenó de indignación “Durmiendo con el enemigo”? Esta indignación se magnifica cuando la violencia se centra en los más desvalidos como es el caso de los menores de cualquier familia aquejada por este mal o más concreto como en el caso de Owen que recientemente ocupa los encabezados de los medios de información o los ya no tan famosos casos de bullyng.
Siempre en nuestro país habíamos escuchado casos de presidentes municipales, ediles, gobernadores y magistrados que se asignan a sí mismos sueldos estratosféricos que ni siquiera son acreditados al impuesto correspondiente, sin que nadie diga nada o peor aún sin que nadie pueda hacer algo.
¡Qué gran paradoja! aquellos que están legislando que la edad de retiro o jubilación se aumente a sesentaicinco años (bajo el pretexto de ahora se vive más y de que los activos de los estados o de la federación no alcanzan para pagar a tanto jubilado) éstos que yo llamaba cínicos sinvergüenzas, hoy se quieran asignar después de trabajar tres o seis años una pensión vitalicia. ¿Si no alcanzan los activos para paga a los actuales, como alcanzarán para pagar a cada zángano que se retire cada trienio o sexenio.
Y digo los llamaba cínicos, porque ahora los llamo la violencia intranacional económica que ejerce este padrastro odiado: la clase en el poder. Pues éste latrocinio constituye una verdadera agresión, un auténtico bullyng a las clases más desprotegidas de México: aquellas a los que estos mismos le asignaron un ridículo salario mínimo.
¿Si hay una comisión nacional del salario mínimo, porque no creamos una comisión del salario máximo a todo individuo de la clase en el poder? un salario que represente una cantidad basada en el salario mínimo de cada región.
Formemos un frente común y propongamos y votemos por una ley que combata a este bulling institucional de la clase más privilegiada: los que manejan el poder. Si estás de acuerdo con ese comentario súbelo a todas las redes sociales y hagámoso saber a todos los mexicanos
