AGENCIA
Nacional.- En un acto de heroísmo y desesperación, Fabiana, una abuelita de 65 años, se adentró en el oscuro mundo de la prostitución con el objetivo de rescatar a su nieta de 17 años, quien había sido secuestrada por una red de trata. La historia de Fabiana es un testimonio conmovedor de amor familiar y coraje, en un contexto donde las autoridades fallaron en proporcionar el apoyo necesario.
Todo comenzó el 22 de enero, cuando Fabiana recibió la desgarradora noticia de que su nieta había desaparecido. “Cuando me enteré que mi nena estaba secuestrada, pensé que no la iba a ver nunca más, pensé que me la iban a devolver en un cajón”, relató Fabiana en una emotiva entrevista. Sin embargo, en medio de la desesperación, decidió actuar por su cuenta cuando denunció la desaparición de su nieta y las autoridades desestimaron la situación, considerándola un simple “capricho de adolescente”.
“Pasaron 21 días sin ver a mi nena. Me dijeron que la tenían drogada y que estaba ejerciendo la prostitución”, comentó. Fue entonces cuando comenzó a investigar por su cuenta, recibiendo información inquietante que la llevó a buscarla en las calles. El 16 de febrero, su búsqueda llegó a su clímax cuando, tras horas de angustiante espera, logró localizar a su nieta en una esquina, visiblemente dañada y en un estado lamentable.
La abuelita no se detuvo ante el peligro y contactó a los miembros de la red de trata a través de WhatsApp, haciéndose pasar por una posible cliente. “La encontré muy drogada, en los huesos. La imagen de mi nena fue devastadora”, recuerda con lágrimas en los ojos.
Fabiana logró rescatarla, pero el camino hacia la recuperación ha sido difícil. A pesar de que ahora su nieta está físicamente a salvo, ha quedado marcada por el trauma de su experiencia. “Ella hoy tiene miedo de todo, no duerme de noche, duerme de día, temiendo que la vuelvan a secuestrar. El dolor mío fue que pasó por muchas cosas, de lo más feo”, lamentó la valiente abuelita.
Con el corazón desgarrado por el sufrimiento de su nieta, Fabiana ahora hace un llamado a las autoridades para que se haga justicia, no solo por su familia, sino por todas las jóvenes que sufrieron en manos de esta red criminal. “Hoy está bien físicamente, pero cuando la encontré era un cadáver”, concluyó, visibilizando una problemática que sigue afectando a muchas familias.
Fabiana se ha convertido en un símbolo de resistencia y amor incondicional, recordándonos la importancia de no quedar impasibles ante el sufrimiento ajeno y la necesidad urgente de combatir la trata de personas. Su historia es un grito que resuena en la sociedad y un llamado a la acción para asegurar que ninguna familia tenga que pasar por una experiencia similar.
