Como la marihuana vende, el Gobierno quiere quedarse con el comercio de ésta y quitárselo a los narcos. Esa es la consigna bajo la cual Uruguay se encamina a convertirse en el primer país en el mundo en controlar la producción, venta y distribución de la marihuana.
Esto aún cuando 63% de los uruguayos rechaza la medida y sólo un 26% la aprueba.
Pero el presidente José Mujica, un ex guerrillero y hombre singular -conocido como el jefe del Ejecutivo más pobre del mundo, ya que da más de 90 por ciento de su salario a fundaciones filantrópicas- está empeñado en legalizar la marihuana. Aclara que si su preocupación fuesen las encuestas, no habría llegado jamás a la presidencia como lo hizo en 2009.
El mes pasado la Cámara baja aprobó con un margen de apenas cuatro votos la legalización de la marihuana. Falta únicamente el voto del Senado, pero ahí el partido del Presidente, Frente Amplio, tiene mayoría así que no se vislumbra complicación alguna.
El plan de Mujica consiste en permitir que cada hogar pueda cultivar hasta seis plantas de marihuana y las cooperativas de cannabis hasta 99 plantas. Todo exclusivamente para consumo personal.
Únicamente el gobierno podrá vender marihuana, que será producida por empresas privadas que obtengan una licencia especial para venderla al gobierno, quien a su vez la comercializará a través de farmacias que tendrán que llevar un registro de ventas.
Cualquier ciudadano uruguayo mayor de 18 años podrá registrarse y comprar hasta 40 gramos de marihuana al mes, lo que equivale a 30 cigarrillos aproximadamente.
Todos los detalles de la ley, incluyendo el precio de la marihuana, estarán a cargo del Instituto para el Control y la Regulación de la Cannabis.
Hoy, de nueva cuenta Uruguay se prepara para ser el primero en legislar sobre una materia controversial. Antes ya fue ese pequeño país sudamericano el primero en legalizar el divorcio y el primero en otorgarle el voto a la mujer.
Suena bien y a la vanguardia. Quienes empujan esta legalización en México estarán de plácemes volteando a ver a Uruguay como ejemplo de lo que quisiéramos para nuestro país, como la solución a nuestro problema de crimen organizado.
Estará por verse cómo funciona en la práctica esta legalización. ¿Cómo controlará el gobierno que quien se registre y compre los cigarrillos no salga y los venda un poco más baratos a menores de edad? ¿Aumentará el consumo de marihuana en Uruguay? ¿Qué efectos tendrá con los jóvenes este nuevo derecho? ¿Aumentará el presupuesto hacia áreas de salud ahora que necesariamente podrá disminuir en las de seguridad?
Son sólo algunas preguntas que genera esta medida. Pero la más importante para Uruguay hoy y para México y otros países mañana es: si esta legalización resulta ser una solución equivocada, ¿qué sigue?, ¿es posible la vuelta atrás?