Por: Andrés Timoteo / columnista
Ya se tiene al primer exgobernador en la cárcel. Al menos al interino y por lo menos durante algunas horas, por si logra salir bajo fianza, aunque ayer le fue dictada la prisión preventiva por un año. Es el oaxaqueño Flavino Ríos Alvarado, quien sustituyó a Javier Duarte de Ochoa del 12 de octubre hasta el 30 de noviembre del año pasado y que está acusado de tráfico de influencias, abuso de autoridad y encubrimiento de delincuentes.
A Ríos Alvarado se le fincó responsabilidad penal por haber facilitado la fuga de Duarte el 14 de octubre cuando puso a su disposición un helicóptero propiedad del Gobierno Estatal así como el personal que lo piloteo y los hangares oficiales. El oaxaqueño primero negó el hecho, pero finalmente tuvo que admitirlo. Quiso engañar a la opinión pública argumentando que no sabía de la orden de detención girada contra Duarte de Ochoa, una explicación pueril pues siendo la autoridad estatal, claro que tenía información de primera mano.
Aun así le abrió una ruta de escape a Duarte con alevosía y ventaja. No es de extrañar pues el oaxaqueño siempre ha sido un mentiroso contumaz, siempre retorcido, siempre abusivo. La prisión se la merece y su encarcelamiento es de aplaudir. En su defensa, Ríos y los panegíricos de la fidelidad –los añorantes de la nómina pública- repiten con insistencia que su aprehensión es una ‘caja china’, la mascarada más socorrida cuando se procede contra los delincuentes.
Pero la táctica para descalificar la acción de la justicia es evidente: si no se detiene a los pillos, acusan que hay un Gobierno que no cumple sus compromisos y si se captura a alguno de ellos, entonces tildan la acción como un distractor. El objetivo es escamotear todo mérito a la administración estatal. No obstante, si se hiciera un sondeo ciudadano, se confirmaría que el 99 por cierto de la opinión pública ve con buenos ojos la detención de Flavino Ríos.
Lo anterior no solo porque ayudó a Javier Duarte y a su esposa, Karime Macías para que se fugaran –y gracias a él ya llevan cinco meses prófugos- sino porque el oaxaqueño fue parte de la banda de delincuentes que saquearon las arcas estatales. No hay que perder de vista que fue secretario de Educación y de Gobierno, por lo que conoció las entrañas del duartismo, supo que se robaba al pueblo, calló y también participó en los ilícitos contra el patrimonio estatal.
En fin, el oaxaqueño Ríos Alvarado ya está en el penal de Pacho Viejo, es el primer exgobenador encarcelado. El primero de los tres que deberán ser enjaulados. Faltan los más perversos: Javier Duarte de Ochoa y su impresentable antecesor, que son los responsables originales y directos de toda la desgracia financiera y de seguridad pública que registra Veracruz. Paralelo a lo anterior, el Gobernador, agregó a su récord personal otro exgobernador. No hay que olvidar que el primero fue el cordobés Dante Delgado Rannauro, encarcelado en diciembre de 1996.
Y al que se le debieron temblar las corvas y hasta se le aflojó el mástique con la detención de Ríos Alvarado, es el innombrable que está agazapado en algún escondrijo, temeroso de cumplir la baladronada de venir a Veracruz a defenderse de las acusaciones judiciales y a operar electoralmente. La lumbre lo apunta, solo es cuestión de tiempo para que le llegue a los aparejos.
Por cierto, se cumplieron los primeros cien días de la administración estatal y llegó lo obvio: muchos aluden a la fecha fatal –fijada por ellos mismos- y se montan en el plazo para pregonar el fracaso del Gobierno yunista…¡con apenas tres meses de gestión! Es cierto, Miguel Ángel Yunes Linares sigue debiendo muchos compromisos, especialmente el encarcelamiento de todos los pillos que saquearon la entidad, pero eso no significa que los haya soslayado. Prueba de ello es la captura de Ríos Alvarado.
Es verdad que una de las ‘joyas de la corona’, en el caso de la persecución judicial, son Javier Duarte y su esposa Karime Macías, pero eso está en el ámbito del Gobierno Federal que administra la fuga y los tiempos. La aprehensión del matrimonio Duarte-Macías depende de una estrategia política para controlar daños, no para la aplicación de la Ley, y se hace de esta manera porque el gobierno de Enrique Peña Nieto es beneficiado indirectamente del saqueo del dinero veracruzano.
Hay que destacar también que hay otro preso de valía, el exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, y el hecho de que se encuentre tras las rejas es un respiro para todos. El sujeto es de miedo, un individuo verdaderamente peligroso comparado con el resto porque manejó el aparato estatal para ayudar a las organizaciones criminales. En cuestión de ilícitos, Bermúdez tal vez solo superado, en perversidad y nexos con lo oscuro, por el innombrable. Así, en Veracruz se puede decir que la justicia marcha lentamente, pero marcha.
PIES DE BARRO
Ayer domingo concluyó la gira del fundador del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador en Veracruz y hay dos cosas a resaltar. Una es para la anécdota: pese a que se enfrascó en una tercera escaramuza verbal con el gobernador Yunes Linares, el tabasqueño volvió a rechazar el debate al que retó el mandatario veracruzano, previsto para la tarde del sábado anterior. Eso sí, no hubo mitin en el que no acusó a Yunes Linares de corrupto.
La segunda es para el análisis político: por vez primera en todas las veces que López Obrador ha recorrido la entidad, salieron las voces discordantes y hasta acusatorias de militantes que se quejan de imposición de personajes externos, y muchos de ellos ligados a priismo –léase la fidelidad- como candidatos a las alcaldías. En las asambleas realizadas por López Obrador se dieron muestras de repudio al dirigente estatal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara –al que el exdirigente del PRD y exalcalde de Ciudad Mendoza, Enrique Romero Aquino llama “Manuel Ladrón de a de veras”, pues se jacta de conocerlo perfectamente-.
En Coscomatepec, por ejemplo, recibieron a Huerta a tomatazos porque lo acusan de vender, en complicidad con la delegada distrital, Corina Villegas- la candidatura – en 200 mil pesos- a Rafael Serrano Caramón pese a que es parte del equipo político del exalcalde convergente Serafín González, hermano del diputado local, Hugo González Saavedra y quien buscará nuevamente ser candidato por la alianza PAN-PRD.
Serrano Caramón es toda una ficha, no solo porque fue director de Obras Públicas en el periodo de Gonzales Saavedra e hizo infinidad de chanchullos con el cargo. Uno de ellos fue usar programas públicos para beneficiar a amigos, compadres, recomendados y familiares del edil y otros funcionarios. Uno de los programas malversados fue el de la construcción de viviendas para familias en extrema pobreza pues en lugar de llevarlo a las zonas serranas fue repartido entre los mismos empleados y funcionarios municipales.
Además, Serrano se de-sempeñó en el mismo cargo en ayuntamientos vecinos como Chocamán y Tomatlán. En este último municipio trabajó con el ex alcalde priista, Martín Reyes Mendoza, uno de los peores ediles en la historia del pueblo, que dejó saqueadas las finanzas y con una deuda a treinta años. Con toda esa mala fama, ahora Serrano Caramón, es hoy candidato de Morena en Coscomatepec y por ende, a los que protestan por su imposición les sobran razones.
También en Xico y Teocelo recibieron con rechiflas y reclamos a López Obrador en Teocelo. La leyenda de una cartulina levantada en pleno mitin, fue un resumen irónico ante el líder nacional de Morena quien siempre ha citado a personajes históricos en sus discursos: “¡Muera Huerta, Viva la República!”, decía la pancarta en un juego de palabras y de tiempos. Ese era el grito de los revolucionarios contra el traidor Victoriano Huerta, y hoy lo rescatan para aludir a otro felón: Manuel Huerta Ladrón de Guevara -¿o ladrón de a de veras como dice Romero Aquino?-.
La respuesta de López Obrador ante esos reclamos fue igualmente calamitosa: culpar a los reporteros de estar “maiceados” por Miguel Ángel Yunes Linares –cuando la mayor parte de la prensa es antiyunista- y acusar a sus propios militantes de ser “enviados de Yunes”. Ya se dijo, Morena es un fenómeno electoral en el país por la aceptación de la gente que repudia los partidos tradicionales, pero en Veracruz tiene los ‘pies de barro’ con la infiltración de fidelistas y el papel de su dirigente estatal, Huerta Ladrón de Guevara.
Y ahí, en esas descalificaciones ciegas de López Obrador a su propia gente se daría el golpe en los cimientos endebles de Morena porque los mismos morenistas se encargarán de votar contra de los candidatos impuestos. Por cierto, los militantes denunciaron que en Paso del Macho, la candidatura a la alcaldía le costó 2 millones de pesos a Guadalupe Amaro Reyes, dinero constante y sonante que fue recibido por Huerta Ladrón ¿de qué?.
LOS CACHIRULOS
Siguiendo el tema electoral, en el municipio de Boca del Río alguien quiere espantar a los azules con el “petate del muerto”, promoviendo al concesionario del Club Tiburones Rojos, Fidel Kuri Grajales, como candidato de la alianza PRI-PVEM a la Presidencia Municipal, pero es una vacilada en términos jurídicos y políticos. Para empezar, Kuri es orizabeño, no boqueño, aunque tenga propiedades inmobiliarias en ese lugar, como aseguran algunos.
Su postulación electoral es impugnable ante los tribunales porque actualmente es Diputado Federal por el distrito de Orizaba, es decir, representante popular por una demarcación ajena. El orizabeño no realizó a tiempo el cambio de domicilio ante el Instituto Nacional Electoral (INE). A pesar de ello se sabe que ha intentado obtener con algunos notarios una constancia de residencia en Boca del Río pero los fedatarios se han negado a prestarse al chanchullo porque no hay soporte legal para comprobar que radique en esa ciudad.
Frente a la negativa de los notarios para mentir sobre su residencia, los abogados de Kuri Grajales promovieron un amparo, pero éste les fue negado, así que no hay materia jurídica con la cual comprobar que el Legislador Federal vive en el municipio y si se convierte en candidato la postulación se le caería en los tribunales. Además está la cuestión de la ética política pues ¿cómo justifica que representa a Orizaba pero vive en Boca del Río?
Los priistas están desesperados y recurren a las trampas, aunque lo peor es que se engañan ellos mismos porque tienen la contienda perdida. Aún cuando Kuri Grajales fuera candidato, lo único que haría es meter la polémica y la diatriba a la campaña pues no ganaría. Kuri quiere ser el “cachirulo” del partido electoral y pretende engañar a los árbitros para jugar en cancha ajena, pero aunque le permitieran ser retador “visitante” ni su (mala) fama ni el dinero le alcanzaría para alterar el marcador como se acostumbra en el futbol.
Y en esas coincidencias de la politiquería – que no de la política-, el caso de Kuri Grajales que quiere ser cachirulo en Boca del Río es similar al de la española- mexicana radicada en Fortín, Marisol Arróniz de la Huerta, a la que quieren meter como “cachirula” en Córdoba por la alianza PAN-PRD. Para ello han falsificado documentos de residencia, y su postulación –de llegar a darse- será impugnable en los tribunales. ¿Dios los hace y ellos se juntan? Pues si algo hay es una férrea amistad entre los Arróniz y Kuri Grajales, y al parecer también comparte mañas.