El día comenzó lleno de muchas emociones para Sandra Espino Ávila y sobre todo con los nervios a flor de piel, el día soñado había llegado. Las horas transcurrían, comenzaba la taquicardia de la emoción, el maquillaje, el peinado, tocado, puesta del vestido, accesorios, etc.
Faltaban unas horas para el encuentro con su prometido, Edgar Soto Rosas, sin dudar el momento más esperado por Sandra y Edgar, porque sabían que después de entrar a la iglesia quedaría sellado su gran amor.