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Una indignante revisión

Superiberia

 

Una cascada de protestas provocó la rigurosa revisión a la que fueron sometidos niños y niñas que se trasladaron la noche del 15 de septiembre al Zócalo para asistir a la ceremonia del Grito de Independencia.

Policías federales y miembros de la flamante Gendarmería Nacional les revisaban “hasta los calzones”, según denuncias ciudadanas.

Hay fotos y videos en los que se aprecia el minucioso cateo a los menores.

Las quejas no sólo se multiplican en las redes sociales y en reconocidos militantes de la izquierda radical. Hasta los izquierdistas moderados e institucionales se mostraron indignados con los excesos de la Policía Federal.

Es el caso de la senadora del PRD, Angélica de la Peña, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara alta. Según ella, el cateo a las niñas y niños resultaba innecesario.

“Ya habían pasado por arcos detectores de metales fijos y portátiles, además de que fueron instalados cuatro filtros de seguridad”, argumentó en un comunicado.

La esposa de Jesús Ortega, líder de la Corriente Nueva Izquierda, destacó que, a juzgar por las denuncias de la ciudadanía en las redes sociales y en medios de comunicación, las revisiones “pudieron haber incluido la ropa interior de los niños”.

De la Peña le aventó la pelota a la Comisión Nacional de Derechos Humanos “por tratarse de la Policía Federal”. Dijo que debe iniciar una indagatoria y sentar un precedente para evitar que se repita.

Pero la CNDH no se ha pronunciado oficialmente. Está de puente. Buscamos entre sus comunicados de prensa. Ni una línea. Le escribimos un WhatsApp al ombudsman nacional, Raúl Plascencia Villanueva, para pedirle opinión sobre el tema. “Estamos iniciando una investigación de oficio”, nos dijo.

El asunto no es fácil para él. Anda en campaña de reelección y no le conviene moverle al tema relacionado con encargados de la seguridad en un acto que encabezó el Presidente de la República.

 Un intenso y polémico debate se vislumbra en el seno del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En los próximos días, los integrantes de las mesas de trabajo, previas a la sesión ordinaria de fin de año, analizarán una propuesta del consejero ciudadano Andrea Ambrogi para que las jornadas laborales de los policías mexicanos sean de máximo diez horas diarias.

Ocho, en el escenario ideal.

El tema no es menor. Los horarios de los policías mexicanos son caóticos. Un estudio al que el consejero Ambrogi tuvo acceso demuestra que no existe un criterio claro que defina cuánto deben durar las jornadas laborales de quienes se encargan de protegernos.

“Hay corporaciones en las que los agentes trabajan 12 horas y descansan 12, o trabajan 12 y descansan 24, o 24 por 24, o 24 por 48”, puntualiza.

Lo más revelador es que existen estados como Durango, Guerrero y Veracruz en los que, literalmente, la jornada laboral se determina “de acuerdo con las necesidades del servicio”. Esto significaría que la voluntad del comandante en turno es la que define cuántas horas trabaja cada elemento.

Reducir la jornada laboral de los policías permitirá contar con agentes más alertas, con capacidad física y mental de respuesta, y con mayor tiempo para ser capacitados. “No queremos zombies armados”, sentencia el consejero ciudadano.

La bronca, como siempre, es la lana. El mismo día que se presentó hubo reacciones. Reducir las jornadas laborales de los policías requiere de más presupuesto. La pregunta de Ambrogi: ¿quién podría oponerse a no volver a ver fotos de agentes dormidos en sus patrullas?

 Ahora resulta que el comentario racista que el panista Carlos Treviño puso en su Facebook en contra de Ronaldinho —lo llamó “simio”— se lo escuchó a un taxista que también rezongaba por el trafico que provocó la presentación del astro brasileño en los alrededores del estadio La Corregidora.

El extitular de Desarrollo Social del ayuntamiento de Querétaro lo confirmó parcialmente en el programa Futbol en Serio que conduce Francisco Javier González. Evitó, eso sí, precisar frente a los micrófonos de TDN dónde había escuchado semejante estupidez.

Treviño dejó claro que la política no le interesa. “Nunca más”, dijo. Si lo corren del PAN le da lo mismo. Lo que sí le dolería es que le quitaran la cátedra sobre Historia de Estados Unidos que desde hace 25 años imparte en la universidad . Pidió, imploró que lo dejen con sus clases.

 Ayer se presentó otro libro, uno más, sobre Luis Donado Colosio. Es una novela histórica basada en la vida “pública, privada y secreta” del sacrificado candidato del PRI a la Presidencia de la República. Se titula Horizonte postergado. Lo escribió el maestro Édgar Robledo Herrera.

La cita fue en Casa Lamm a las 19 horas. Lo presentó el periodista Sergio Sarmiento. El panel de comentaristas lo completan la maestra Diana Rincón Hernández, el periodista Mauro Jiménez Lazcano, y el escritor Miguel Aguilar Ramírez.

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