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Un paso adelante

Superiberia

 

Debo reconocer que, cuando escuché sobre la iniciativa del gobierno federal para distribuir tablets entre los alumnos de educación básica, la primera reacción que tuve fue de escepticismo. Era natural, hasta cierto punto. Para quienes crecimos en un entorno urbano, y hemos podido conocer de cerca el desarrollo de las tecnologías de la información, un dispositivo portátil de ese tipo no es sino un aparato más, propio para jugar, revisar el correo electrónico, o acceder a las redes sociales. El valor didáctico de un instrumento así podría parecer, incluso, un poco superfluo.

Esto, hasta que hace unos días tuve la oportunidad de utilizar, y conocer más de cerca, uno de los dispositivos entregados a los niños que actualmente cursan la primaria. En principio, me parecieron grandes y pesadas. Nada que ver con las tablets de última generación disponibles en el mercado. Curioseé un poco entre las aplicaciones preinstaladas y, de repente, estaba escuchando una grabación en la que Porfirio Díaz leía una carta dirigida a Tomás Alva Edison.

Escuchar por primera vez la voz cascada de Díaz, leyendo una carta llena de admiración y respeto hacia su genial contemporáneo, me dio una perspectiva completamente distinta sobre un personaje que suele ser tratado de forma superficial y en unas cuantas líneas. En el modelo educativo tradicional, solemos aprender datos, fechas y, en el mejor de los casos, alguna frase célebre de nuestros próceres. Así, Benito Juárez es un indígena heroico que llegó a ser presidente para afirmar que el respeto al derecho ajeno es la paz; Hidalgo es un anciano bonachón que inició la independencia tocando una campana, o Zaragoza es un señor de lentes que derrotó a los franceses en Puebla. Datos, efemérides, información sin contexto.

De ahí la sorpresa, primero, al escuchar a Díaz y poder humanizar una figura tradicionalmente acartonada, irreal. Recordé de inmediato las láminas y grabados de la propia infancia, y me puse a pensar en cómo me hubiera servido tener acceso a ese tipo de materiales cuando estudiaba historia en la escuela. De la sorpresa pasé a la reflexión, y me di cuenta de la magnitud real del esfuerzo realizado por las autoridades: no sólo en comunidades urbanas, sino sobre todo en las rurales, las tablets representan el acceso no sólo a una historia más rica, sino a un presente y un futuro lleno de oportunidades. La inserción del sistema educativo en la realidad actual, haciendo uso de las tecnologías de la información, brindará contexto y proyección a los estudiantes, permitiéndoles tener una visión global sobre asuntos locales.

Los niños han regresado a la escuela y, con ello, a comenzar un ciclo nuevo, en más de un sentido. No sólo se trata del inicio de cursos, sino del principio de una nueva era para la educación en México. El asombro de los niños, la curiosidad natural, la posibilidad de tener cualquier tipo de información, al instante, marcará naturalmente un antes y un después que habrá de percibirse al cabo de unos años.

No se trata de un esfuerzo banal, como aquellos que para modernizar el sistema educativo conocimos en administraciones pasadas y de los que no se guarda sino una triste memoria. La idea detrás de las tablets va mucho más allá de lo que fue la Enciclomedia: ahora el reto consiste no sólo en generar contenidos valiosos y capacitar a los docentes en su uso correcto, o en contar con acceso a internet en todas las comunidades. El desafío inicial estriba en la entrega física de los dispositivos a todos los estudiantes: dadas las condiciones de dispersión poblacional, el número de municipios implicados, las pugnas entre los diferentes niveles de gobierno y la mera dificultad de acceder a territorios agrestes, en las sierras más inhóspitas, la labor es al menos titánica.

Los resultados alcanzados hasta el momento nos permiten ser optimistas al respecto. En el estado de Puebla, por ejemplo, las tablets han sido entregadas en su totalidad, en tiempo y forma, en un esfuerzo admirable por parte de la Secretaría de Educación local, sobre todo si tomamos en cuenta, además de los factores mencionados anteriormente, que fue ejecutado en menos de un mes, en los 217 municipios del estado. La coordinación necesaria para una operación de tales dimensiones hablan de la profesionalidad de los funcionarios implicados, a nivel federal y en específico de la Subsecretaría de Planeación del estado, y sería ideal que dicho ejemplo pudiera replicarse en las demás entidades federativas. La importancia y el alcance del programa lo amerita: ojalá que seamos capaces de dejar a un lado las disputas internas, la visión de corto plazo y los cálculos electorales para darle prelación a las iniciativas que tendrán un impacto definitivo posteriormente.

Es cierto: hace falta mucho por hacer. Necesitamos mejores maestros, pero también necesitamos mejores autoridades, mejores políticos, mejores ciudadanos. La Reforma Educativa puede no ser lo óptimo deseable, pero nos permite alcanzar lo bueno posible, recordando la máxima de Castillo Peraza. Y eso, lo bueno posible, se logra haciendo que las cosas sucedan. Como con las tablets en Puebla. Bienvenido el nuevo ciclo escolar y bienvenido, también, el México del futuro.

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