Un día después de enviar el informe escrito al Congreso de la Unión sobre su tercer año de Gobierno –¡todavía faltan otros tres!- el presidente Enrique Peña Nieto sorprendió a todos los mexicanos con un mensaje desde Palacio Nacional, y la sorpresa fue porque habló de un México que nadie conoce: la economía no dependiente del petróleo, el crecimiento económico asegurado, la violencia disminuida, el respeto absoluto a los derechos humanos, el éxito al combate a la pobreza y una economía prometedora que ya envidiarían otras naciones del planeta. ¿De qué país estaría hablando porque todos perciben lo contrario?
Al parecer Peña Nieto vive en un mundo ajeno al del resto de los 120 millones de mexicanos.
Claro y en este mundo de fantasía no caben los problemas y escándalos que han sacudido al país y a su administración, por ello literalmente los desapareció del reporte. Apenas si aludió algunos de ellos con frases ambiguas como en el caso del capo del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, que se escapó del reclusorio de alta seguridad de El Altiplano y de quien sólo refirió como “una fuga de un penal”.
Ni por equivocación tocó el escándalo de la residencia llamada “Casa Blanca” de su esposa, Angélica Rivera, ni la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero, ni las ejecuciones sumarias que ha hecho el Ejército, el declive del peso frente al dólar. Nada de eso.
Eso sí, no todo fue mentira porque Peña Nieto sí exhibió en su discurso una realidad palpable en el país, el temor que la clase política en el poder le tiene al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, pues su mensaje lo ocupó para hablar del “populismo” y de los “populistas”. El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que a menos de un año de su creación ya es primera fuerza política en el Distrito Federal y puede convertirse en la tercera mayoría dentro del Poder Legislativo, aterroriza al PRI, al PAN, a sus satélites, al empresariado ortodoxo y sobre todo a los salinistas.
De ahí que el discurso presidencial estuvo dirigido para atacar, también a trasmano y sin mencionarlo por su nombre, a López Obrador que será un rival muy fuerte, como lo ha sido en las dos últimas elecciones presidenciales, en el 2018. En resumen, fue un mensaje de cifras maravillosas, paisajes algodonados y pronósticos de oropel, pero con silencio ante los escándalos, la ausencia de la autocrítica y la develación de temores electorales ante una izquierda crítica y contestataria que está creciendo aceleradamente, alimentada –por supuesto- con el hartazgo popular. Vaya, y eso que todavía faltan tres años para el relevo presidencial.
ENVIDIANDO AL VECINO
Hablando de hartazgos, el Poder Legislativo en Guatemala puso el ejemplo a México y retiró el fuero constitucional al presidente Otto Pérez Molina, quien se vio obligado a renunciar al mandato. Pérez Molina está acusado de encabezar una red de corrupción en el rubro aduanero y ayer mismo fue detenido e ingresado en la cárcel nombrada Matamoros, hecho que desató la fiesta nacional, los guatemaltecos salieron a la calle para armar la romería al grito de “¡Sí se pudo!”. Por donde se le quiera ver, lo sucedido en Guatemala es un ejemplo para México y el resto de países latinoamericanos que están ahogados por la clase política corrupta.
Guatemala es un país muy pobre que se está recuperando de una cruenta guerra civil que duró 36 años, de 1960 a 1996, sus niveles educativos están por los suelos y la inseguridad por la delincuencia común es muy elevada, además de que su economía es rústica y la pobreza pasmosa. Ciertamente es una de las naciones más atrasadas de América Latina, pero ahora se eleva como maestra y modelo de los otros países porque aún con esas carencias su Poder Legislativo quitó del poder a un presidente corrupto y su Poder Judicial lo llevó a prisión. Ahora sí, ¡qué envidia con el vecino!
En México –y por supuesto en Veracruz- tenemos ratas más coludas que andan libres como si no debieran nada. Entonces, la ironía se explica sola, los guatemaltecos vivirán en Guatemala, pero los mexicanos en Guate-peor –y los veracruzanos en Guate-más-peor-. En fin, desde ayer por la tarde, Guatemala tiene un nuevo mandatario, Alejandro Maldonado, que fungía como vicepresidente y que será interino hasta enero próximo cuando asuma funciones el nuevo titular del Ejecutivo, pues no hay que olvidar que el próximo domingo hay elecciones presidenciales en aquel país. Un presidente en la cárcel y elecciones inmediatas, eso provoca envida de la buena.
CRISIS DE PARADIGMA
La fotografía del cuerpo sin vida del niño llamado Aylan Kurdi, de tres años de edad y origen sirio que apareció en una playa de Turquía ha conmocionado al mundo. El pequeño viajaba junto con su hermanito –también ahogado- y su padre en una embarcación que intentaba llegar a la costa de Grecia, pero naufragó provocando la muerte de muchos viajeros, entre ellos ambos pequeños. La imagen del cadáver de Aylan relata toda la tragedia humanitaria que se vive en Europa, continente que registra hoy lo que en México y Estados Unidos se ha vivido durante décadas: el arribo de miles de personas que huyen de la miseria y tratan de ingresar de forma indocumentada a territorio norteamericano.
En Europa, la ola migratoria satura ciudades, las vías de transporte, los litorales y las fronteras. Miles han muerto durante los dos últimos años en su intento de cruzar el mar o viajar de incógnito por tierra, sometidos a todos los peligros, con tal de evadir el control de autoridades migratorias. Tan solo en la última semana, 300 personas perecieron en distintos puntos del Continente. Las organizaciones humanitarias señalan que en la primera mitad del año llegaron procedentes de países asiáticos, del Medio Oriente, africanos y de Europa del este unos 340 mil migrantes y la cifra podría cerrar en 800 mil personas. También a la fecha se ha contabilizado la muerte de 2 mil 500 personas, claro, cifra basada solamente en aquellos cadáveres que se han logrado recuperar.
En Francia hay uno de los campamentos de migrantes más numerosos de todo el Continente, ubicado al Norte, en el departamento de Pays-de-Calais que tiene frontera marítima con Inglaterra, destino ideal –junto con Alemania- de la ola migratoria por ser de las economías más estables y prósperas. Tanto es el miedo de los ingleses hacia los miles de migrantes que esperan llegar a su territorio que algunos legisladores han exigido que envíen a la Guardia Nacional para detener a balazos a los que intentan cruzar el Canal de la Mancha.
Al campamento de migrantes en el Norte de Francia le llaman “La Selva de Calais” por estar ubicado en un llano semiárido y actualmente lo habitan unas mil personas que viven de la caridad pública y en situación paupérrima. Es un asentamiento emblemático porque de ahí parten diariamente muchas personas a tratar de llegar a Inglaterra, es un punto final para decidir si logran vivir o morir en el intento y peor aún porque los que ahí residen están cercados, por una parte, por grandes extensiones de enrejados de alambre y la milicia, como si fueran animales peligrosos.
Eso pone en ridículo a Francia, la llamada tierra de libertades y de asilo, así como a la Europa entera, al grado de que también entró en una crisis paradigmática de valores, principalmente el respeto a los derechos humanos, que tanto promueven y exigen los gobiernos europeos a otras naciones fuera del Continente. La famosa fraternidad europea se desquebraja pues la clase gobernante se mantiene indiferente ante la tragedia de miles de personas que huyen de sus países para sobrevivir, ya sea escapando de la miseria o de gobiernos autoritarios y organizaciones terroristas.
Hay legisladores, intelectuales y activistas europeos que proponen la emisión de “visas humanitarias” –como las que desde hace años se está pidiendo en México para los migrantes centro y sudamericanos- y otros que exigen que los 26 países de la Unión Europea se reparta equitativamente el flujo migratorio para alojar a las personas en lugar de lanzarles la policía y someterlos a la deportación.
Esa crisis paradigmática también ha llegado a los medios de comunicación donde hay un debate por el uso del término “migrante indocumentado” o el clásico “sin papeles” que se consideran peyorativos. Las palabras son importantes, particularmente en periodos de crisis y duda, dice la directora de información de la cadena Al-Jazira, Barry Malone quien pidió a los medios de comunicación europeos emplear el término “refugiados” para que mediáticamente se eleve el estatus y se les ofrezca un trato digno. – Vaya, en México que es tierra expulsora de migrantes hay retardatarios que no han dejado de llamarles “ilegales”-.
El lunes pasado en su editorial titulado “Europa, ¡despierta!”, el periódico Le Monde, el más influyente del país galo, exigió a los gobiernos de los 26 países integrantes de la Unión Europea recuperar los valores de fraternidad y asilo, pilares sobre los que se construyeron las sociedades actuales después de guerras y revoluciones. Es necesario cambiar los paradigmas de recibimiento de los extranjeros: aquellos que huyen por motivos políticos para que sean recibidos dignamente y aquellos que lo hacen por motivos económicos para evitar que lo hagan ilegalmente y tengan la opción de un lugar para sobrevivir. Encontrar una vía alterna para miles de personas que ven a Europa como salvación es urgente y no hacerlo será humana y políticamente desastroso, advirtió el rotativo.
En México se conoce esta tragedia que viven los migrantes, sean los propios o los extranjeros, desde hace más de cincuenta años, pero los mexicanos se han acostumbrado a ella. La muerte de migrantes dejó de ser noticia: los ahogados en el Río Bravo, los fallecidos en el desierto de Arizona y los baleados por la Policía migratoria de los Estados Unidos. Peor aún, se ha convertido en costumbre oír –con la boca callada y los brazos cruzados- historias de migrantes secuestrados por organizaciones criminales, mujeres viajantes violadas por policías o jóvenes fueron arrojados de los vagones del tren en pleno movimiento. ¿Cuántos cadáveres mutilados se han localizado a orillas de la vía? ¿Cuántos migrantes amputados y discapacitados tienen que regresar a sus países en condiciones más miserables que las que llegaron?
Muchos mexicanos se escandalizan por la fotografía del niño sirio ahogado, la comentan, la retuitean y la pegan a sus muros de Facebook, pero son indiferentes ante la tragedia de miles de niños mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, cubanos y nicaragüenses que están en las mismas circunstancias, huyendo de la miseria –a veces solos-, cruzando el territorio extranjero y a merced de todos los peligros existentes, los naturales y los de la maldad humana como son los tratantes de blancas, los traficantes de órganos y de grupos de narcotraficantes que los adiestran para servir como “mulas” o sicarios. Entonces, la crisis de valores que vive Europa no es ajena a México donde al parecer, como dice el periodista británico Robert Fisk, tal vez ya se perdió la compasión por el otro.