Tristemente, resulta larga la lista de personajes quienes después de tantos años sirviendo bajo la imagen de personas casi misericordiosas que trabajan en favor de los más desprotegidos terminan descubiertas dentro de sus propias cloacas. En febrero de este año, conocimos la historia de Alejandra Gil, ahora llamada la Madame de Sullivan, quien manejaba una casa de asistencia en favor de prostitutas, pero a la que le fue descubierta una red de explotación sexual operada por ella y su hijo, Omar Sayún Gil. Defensora de prostitutas de día, explotadora de ellas de noche.
Esa fue la primera referencia que vino a mi mente cuando el martes por la noche me enteraba del caso de Mamá Rosa, una mujer que, dicen, por mucho tiempo llevó trato cordialísimo con funcionarios municipales de Zamora y el estado de Michoacán, y que dirigía La Gran Familia, un albergue en el que hasta hace un par de días vivían 600 personas, desde recién nacidos hasta personas que pasaban los 40 años de edad.
Las autoridades federales encontraron a todos ellos viviendo bajo condiciones tristísimas. Según narraron algunos de los rescatados, eran obligados a dormir en un piso lleno de plagas, a salir a las calles a pedir limosna o a comer alimentos en mal estado. Algunos también han dicho que sufrieron abusos de tipo sexual, algo que aún está por confirmar la autoridad. Lo cierto es que, como lo declaró la PGR, algunos de los 452 menores rescatados presentan indicios de plagas de piojos. Además, dentro de las instalaciones del albergue se encontró el equivalente a 20 toneladas de basura.
Ayer por la tarde, el procurador de la República decía en conferencia de prensa que toda la investigación y la detención de Rosa del Carmen Verduzco se debió a una serie de denuncias que, junto con la evidencia, generaron esta acción penal. Sin embrago, resulta interesante que a los testimonios de las víctimas y de algunos padres que, aseguraron, se les pedía dinero (más de 30 mil pesos) para poder sacar del albergue a sus familiares, se suman también las declaraciones de algunos intelectuales mexicanos y hasta del expresidente Vicente Fox, quienes defienden la labor de Mamá Rosa.
Enrique Krauze fue el primero en salir a la defensa de Verduzco; lo hizo en tres diferentes tuits: “Suciedad, abusos. Eso ¿merecía un operativo militar? Recogiendo huérfanos por 66 años Rosa ocupó el lugar social que dejó vacante el Estado (…) La Reina Isabel de Inglaterra le donó a Mamá Rosa el gimnasio. Le Clézio Premio Nobel le donó sus regalías. Luis González fue su amigo (…) Injusto llenar de oprobio una vida sin conocer su historia. Injusto escuchar sólo a una parte. Injusto el linchamiento público”. Entendiendo que se trata de él, tendrá razones para salir a su defensa. Lo mismo ocurrió con Jean Meyer, quien también alzó la voz en una entrevista de radio, refiriéndose a las acusaciones sobre que pedía a los niños que salieran por limosna, dijo: “Y ella, en su camioneta, en el altavoz, da los nombres de las personas que no dan o que dan poquito. Entonces, en ese sentido, sí tiene enemigos…”. Para la tarde, el expresidente Vicente Fox escribía un tuit mostrando su solidaridad a Mamá Rosa, quien fue hospitalizada por una crisis después del operativo en donde se le detuvo y liberó a los más de 450 menores que se encontraban ahí.
La duda ahora, por supuesto, es, ¿quién dice la verdad? Importante fue que ayer el procurador en la conferencia dijera que la acción legal se desprendió por denuncias y evidencia. En el archivo se encuentran algunas otros indicios, referencias y testimonios que datan de cuando Leonel Godoy era el gobernador michoacano, con quien Verduzco llevó buena relación, y que no generaron investigación alguna. Pero qué ganarían (o perderían) quienes ahora han salido a su defensa y, claro, por qué la autoridad le apostaría a un osazo trayendo un caso mal fundamentado. Vaya peso que acaban de echarse al costal todos los ahora involucrados, peso que sólo podrá aligerarse con una investigación que detalle íntegramente los 66 años que Mamá Rosa dedicó a La Gran Familia.
Addendum: A David Razú, director general de Gobierno de la delegación Miguel Hidalgo, lo conozco, personalmente, desde hace casi 20 años. Lo he visto crecer políticamente. He visto también los golpes bajos de los que ha sido objeto (la cubeta de los cangrejos es la más inclemente con las personas íntegras). David ha sido uno de los más leales al proyecto de Miguel Ángel Mancera: incluso cuando el fuego amigo ha sido del más alto voltaje. Así su institucionalidad y lealtad a prueba de todos los misiles.