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Un día en la vida de una secundaria

Superiberia

Los alumnos se formaron al toque de la segunda hora para iniciar los honores a la bandera. La banda de guerra y la escolta están listas para iniciar el protocolo cívico; los alumnos prestos a entonar el Himno Nacional y cantar el Himno a Veracruz, escuchar las efemérides y el valor que se resalta en la semana que comienza. El hombre es un ente de rutinas que fácilmente convierte en actos mecánicos, monótonos, sin vida, sin contribuciones activas que le fuercen a pensar y sentir las pequeñas diferencias que hacen el día a día. 

Pero hoy existe algo especial: frente a la comunidad escolar reunida en la plaza cívica, tres alumnos expresan una disculpa pública por faltarle el respeto a su maestro. Un valor en la práctica y un hecho valiente, de esos que en estos tiempos ya no suelen darse. En virtud de la normalidad mínima, el acto cívico debe ser breve, lo que no impide la posibilidad de alguna emoción o un sentimiento que lo haga activo, interesante y vivo. En otra ocasión, fue un maestro quien pidió disculpas a un grupo de estudiantes, abriendo con ello un espacio de comunicación asertiva.

El receso transcurre sin problemas, viendo el ir y venir de más de 700 alumnos jugando, platicando, degustando algún bocadillo. Los incidentes están al orden del día: discusiones, risas, gritos, juegos bruscos comunes en los adolescentes, algunos connatos de pleito, carreras por todos lados, grupos que platican alegremente. ¡Cuántas cosas pueden verse durante 20 minutos en un grupo libre y tan diverso! Cada receso es inédito, por más que los entes rutinarios digan que es lo mismo.

Antes de los honores al lábaro patrio, en los primeros minutos del día, llegan varios padres y madres de familia. Alguno reporta al hijo enfermo que no podrá presentar un examen, otro que el niño olvidó su libreta con la tarea, la niña que el día anterior perdió la chamarra del uniforme y aquellos que acuden porque su hijo presenta un reporte del tutor referente a conducta, falta de interés por el estudio o incumplimiento en los trabajos escolares.

Sobre la tercera hora se suscitan dos incidentes: dos niñas se pelean en el aula, frente al maestro, y un alumno se queja de que le tomaron de su mochila un celular y doscientos pesos. Se platica con las niñas el motivo del pleito y la falta de respeto a la clase. Una de las dos fue grosera, no reconoció su error y ya tenía reportes de mala conducta por lo que se trató de hablar con su mamá, mientras las clases transcurrían con relativa tranquilidad.

El otro caso se resolvió acudiendo al circuito cerrado de seguridad para buscar evidencias. Se encontró que un alumno entró subrepticiamente al salón y sustrajo el dinero y el celular. El alumno fue reconocido e igualmente se dialogó con él y se citó al padre para el día siguiente. Con recursos propios, gestionando y pidiendo ayuda de los padres de familia conscientes de esta necesidad, varias secundarias de la ciudad han colocado sistemas de videoseguridad para combatir el acoso escolar y evitar situaciones como la anterior, que pese a todo se siguen dando.

Sobre la cuarta hora faltaron dos maestros. El área de prefectura se aprestó a apoyar a un grupo donde el maestro había dejado trabajo que debía repasarse entre pares, y el otro grupo fue atendido por el área de orientación educativa abordando un tema propio de la adolescencia. Los prefectos recorren los espacios y grupos bajo su responsabilidad mientras los maestros trabajan con los alumnos, atendiendo a más de 40 jóvenes en cada aula.

Esto es lo que se ve a simple vista. Cada día se genera una lista de niños y niñas de entre los 700 alumnos de cada turno, que acumulan reportes por incumplimiento en los deberes escolares, falta de interés en el estudio, conducta inadecuada, falta de aseo personal. Se llama a los padres cuando los muchachos no modifican su comportamiento después de varias entrevistas, pero pocos padres asisten a los llamados. Muchos, ni el teléfono contestan, como si sus hijos no existieran. Como si la escuela se ubicara en la Siberia rusa, tan lejana, y los seres humanos estuvieran abandonados a sus fuerzas, a sus deseos de vivir (en este caso estudiar) y a su motivación personal para resolver la propia existencia.

gilnieto2012@gmail.com

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