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Un buen día para la paz

Superiberia

 

no se sabe hasta cuándo. Será que es tiempo de que Israel y Palestina comiencen a vivir el presente como estrategia para vivir una paz que ayer acordaron vía un alto al fuego “completo o indefinido”. Ayer inició una tregua entre ambos. Un pacto necesario, que cierra uno de los varios ciclos de violencia que se han vivido en aquel territorio tan paradójico. Un ciclo que arroja cifras, imágenes y testimonios tristísimos: dos mil 138 palestinos muertos (490 niños) y más de diez mil ciudadanos, también palestinos, heridos. Un número terrible, una etapa dura para quienes fueron los sorprendidos con la puesta en marcha de la ofensiva israelí. Aunque Israel no se fue limpio, sus números tienen una diferencia abismal: seis civiles muertos (un niño entre ellos) y 64 militares muertos.

Lo importante es que al fin este conflicto, que los últimos 50 días tensó de nuevo la zona y al mundo, ha decidido silenciarse por un tiempo, difícilmente para siempre, pero al menos así, en calma, dará una nueva oportunidad a ambos territorios de redefinir su muy inflexible postura. Y no podemos llamarlas de otra manera si aquel cerco que Israel impone desde 2007 en la Franja de Gaza ha costado la vida de miles de personas, muertes que en las varias ofensivas ocurridas ahí no se han detenido por razones humanitarias; más bien se cerraban por la paranoia israelí.

Es una esperanza, por supuesto, pero también, como todas las treguas anteriores, deja pendiente un diálogo, una solución. La ONU ha reconocido el acuerdo, pero también ha hecho hincapié en lo irresponsable que sería terminar con esta tregua. Y es que en el pasado éstas se han roto de un momento a otro. Justo así sucedió esta última vez, cuando el ejército israelí comenzó a bombardear la Franja de Gaza.

Sin embargo, es la hora de pensar en que es momento para la paz. Al menos ayer fue un buen día para ello. Y es que también se reunieron Putin y Poroshenko, los jefes de Estado de Rusia y Ucrania, países que también han estado en disputa los últimos meses. Aunque este encuentro se da en el marco de la Cumbre de Minsk, fue el primer paso para iniciar los trabajos que arrojen un acuerdo de paz entre ambos. Por un lado, el presidente ucraniano declaró: “En Minsk se decide el destino del mundo y Europa…”; por el otro, su homólogo ruso decía: “Estamos convencidos de que (la crisis ucraniana)  no se podrá solucionar por la vía de la escalada del uso de la fuerza, sin tener en cuenta los intereses vitales de las regiones surorientales del país y sin un diálogo pacífico con sus representantes…”, declaraciones mucho más en el tono de paz que el del enfrentamiento, como había sucedido las últimas semanas.

Ahora lo que sigue es que ambos países se comprometan a una negociación. Porque el de ayer fue sólo un primer acercamiento, pero no un acuerdo ni un llamado a la paz; fueron sólo las primeras declaraciones de ambos presidentes, que hablan de una voluntad para la resolución del conflicto. Y dadas las circunstancias en que este asunto habían mantenido, sí es una esperanza. Un buen día para la paz, a la que sólo le falta compromiso para concretarla.

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