Miguel Ángel C. Mauss
EL BUEN TONO
Naranjal. – La tristeza y el luto se siente en el aire del municipio de Naranjal, de donde era originaria Vanessa, la oficial de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que, junto con Óscar, su compañero, fueron asesinados luego de ser plagiados por hombres armados el pasado martes.
El féretro con el cuerpo de la joven policía de 23 años, quien recién había salido de la Academia de Policía, salió de su vivienda e hizo el último recorrido a bordo de una patrulla, en la cual solía patrullar.
El ataúd llegó a los bajos del Palacio municipal, donde se le realizó un breve homenaje: “Siempre te llevaremos en el corazón y en nuestras oraciones”, citó con voz entre cortada la presidenta municipal.
Posteriormente, su cuerpo fue trasladado hacia la iglesia de San Cristóbal, en la cabecera municipal, donde se oficializó una misa de cuerpo presente, en presencia de familiares, amigos y vecinos.
“Desde niña decía que quería ser Policía, era la menor de tres hermanas y su papá murió hace unos años, entonces comenzó a trabajar para cumplir su sueño, ser Policía”, narra un familiar.
Los vecinos recuerdan a Vanessa como una mujer simpática, alegre y extrovertida; era el sostén de su familia.
Su último recorrido no lo hizo sola, estuvo acompañada de cientos de personas; en el panteón municipal, las sirenas y el retumbar de las campañas anunciaban su entierro.
Aquí, entre el llanto salían los gritos de ¡justicia! “No merecía morir así, queremos que paguen los responsables de ese acto”, exclamaron.
La familia exigió al Gobierno no dejarlos desamparados, pues Vanessa murió en cumplimiento de su deber.