Apoyado por un grupo de panistas que creímos que podría ser un liderazgo que mantendría al partido unido y fuerte rumbo a las elecciones por venir, Gustavo Madero asumió la presidencia del Partido Acción Nacional en enero de 2011. Tres años después y luego de haber perdido la Presidencia de la República, hoy podemos decir que estábamos muy equivocados.
Desde 2011 el PAN ha atravesado por distintos procesos de transformación que lo han ido desdibujando del imaginario colectivo y político de nuestro país. En estos últimos tres años Acción Nacional pasó de ser el partido en el gobierno a un aliado y promovedor de las medidas y decisiones del priismo. Pasamos de gobernar en Jalisco y Morelos a apenas tener presencia política en esos estados, mientras que en muchos otros cedimos el control de municipios históricamente gobernados por panistas, como los del Estado de México.
Ha sido bajo esta dirigencia en la que el PAN fue víctima de decisiones unilaterales y autoritarias, en la que Acción Nacional ha sido un partido falto de transparencia y rendición de cuentas. Una dirigencia que se empeña en buscar excusas para dar soluciones, que apoya más a los gobiernos contrarios que a los emanados de nuestra casa.
Han sido años en los que el PAN ha cedido su fuerza y su voz por intereses personales, años en los que Acción Nacional fue tomado por una dirigencia que ignoró los intereses y necesidades de la militancia, simpatizantes que se sintieron huérfanos y que prefirieron abandonar el partido -el PAN perdió en 2013 80% de su militancia. Años en los que hemos perdido rumbo, fuerza y unidad.
Nuestro presidente hoy se ha aferrado a su cargo y haciendo uso de los recursos e infraestructura del partido busca su reelección en nombre de la democracia, una palabra que no ha sabido ejecutar ni trabajar dentro del partido. Obsesionado con su puesto y el poder que de él ha obtenido ocupa el padrón de la militancia y los recursos de la misma para, de la manera más antidemocrática, enviar a panistas activos cartas, informes y felicitaciones, así como gastos de producción de spots de televisión y radio donde él, y no el partido, es el protagonista.
Por eso y muchas otras razones hoy los panistas quieren una nueva dirigencia, así lo marcan las encuestas en las que se afirma que sólo 10% de la militancia aprueba su dirigencia y reelección. Sin embargo, y a pesar de esta dirigencia, Acción Nacional sigue y seguirá siendo el espacio de los ciudadanos honestos y trabajadores, seguirá representando la fuerza de la oposición responsable y la dignidad política de la transparencia. El PAN no es su dirigencia, es su militancia. El PAN es un gran partido y necesita una dirigencia a su altura.
En los próximos meses el Partido Acción Nacional se enfrentará a una transformación y reestructuración impostergable. El PAN tendrá en sus manos el deber y responsabilidad de elegir el camino sobre el cual transitará rumbo a las elecciones intermedias en 2015. Las vías hasta ahora son claras, los panistas podemos elegir el camino conocido: el de las cúpulas, el autoritarismo y las derrotas o el camino del cambio: el de la esperanza y un mejor futuro para todos.