De la Redacción
El Buen Tono
Veracruz.- Como apestado trataron a Miguel Ángel Yunes Linares, cuando salía de un restaurante en Veracruz, al ser confrontado por un grupo de manifestantes del Poder Judicial de la Federación y ciudadanos hartos de su desfachatez.
Un comensal dijo que eso es estar mentalmente enfermo, pues es de desquiciados creer que en su ciudad va a poder andar tan tranquilo después de ser el autor intelectual de esa traición no sólo al poder judicial y a los veracruzanos, sino a todo el país, pues es el artífice de una reforma que viene a perjudicar a toda la nación.
Los dueños de todos los restaurantes caros a los que asiste Yunes, deberían negarles el servicio, pues son de los más perjudicados, ya que la 4T presume que primero los pobres, por lo que nada les importa la clase alta; y, si no lo hicieran y los traidores se quedan a comer, todos los comensales deberían levantarse y dejar el restaurante vacío.
La protesta incluyó pancartas y consignas que acusaban a Yunes Linares y a su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, “el enfermo Yunes”, de “traidores a la patria”.
Le arrojan
monedas
Los manifestantes se presentaron frente al restaurante “El Gaucho” con una pancarta con la frase “Familia Yunes, traidores a la patria”. A su salida del restaurante, Yunes Linares fue abordado por el grupo, que arrojó monedas a sus pies en un acto de claro desprecio, evocando la traición de Judas.
Las consignas fueron contundentes: “Yunes, traidor, te vendiste al dictador”, aludiendo a la votación que facilitó una polémica reforma judicial en favor del oficialismo.
El descontento contra Yunes Linares se ha intensificado tanto dentro de su partido como entre sus simpatizantes. A raíz de la votación en el Senado, el choleño es señalado de haber traicionado los principios opositores para aliarse con el gobierno en una reforma que fortalece el control del Ejecutivo sobre el Poder Judicial, llevando a México a la dictadura.
Entre gritos de indignación, se llegó a proponer un “boicot social” contra políticos como los Yunes, sugiriendo que los establecimientos caros, que parecen frecuentar con impunidad, rechacen atender a “corruptos y traidores”, pues “a los traidores, ni perdón ni olvido”.