Agencias
Un devastador terremoto de magnitud 6.2 golpeó la provincia china de Gansu, dejando a su paso un sombrío saldo de al menos 111 personas fallecidas y más de 200 heridas, según informes oficiales. El epicentro se ubicó en la frontera entre Gansu y Qinghai, a una profundidad de diez kilómetros, según el Centro de Redes Sismológicas de China, aunque el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) señaló una magnitud de 5.9.
La tragedia se intensifica con nueve réplicas registradas hasta el momento, siendo la mayor de magnitud 4.1, complicando aún más la situación en la región. De los fallecidos, 100 se reportaron en Gansu y 11 en Qinghai, con daños significativos en infraestructuras clave como agua, electricidad, transporte y comunicaciones.
Las redes sociales se han convertido en un canal para compartir las labores de rescate, marcadas por múltiples derrumbes. Las autoridades locales y ciudadanos se han unido en esta ardua tarea de búsqueda y rescate.
El presidente Xi Jinping ha ordenado una respuesta inmediata para abordar los daños en la infraestructura afectada. El Ministerio de Gestión de Emergencias de China ha movilizado recursos, enviando 2 mil 500 tiendas de campaña y 10 mil cobijas para proteger a los afectados del intenso frío, ya que las temperaturas rondan bajo cero.
Además, se han desplegado 10 mil edredones, 10 mil colchones y 10 mil camas plegables para respaldar a los gobiernos locales en la atención a los afectados y facilitar la reubicación de aquellos cuyas viviendas resultaron gravemente dañadas. En medio de esta tragedia, el pueblo chino se enfrenta a condiciones climáticas adversas, aumentando la urgencia de la respuesta gubernamental y la solidaridad comunitaria.
