Córdoba.- Las sociedades se forman por el trabajo que sus individuos realizan a través del tiempo. Muchas veces, este trabajo no sólo no es bien remunerado ni reconocido, sino que además quienes lo realizan ni siquiera tienen la oportunidad de gozar los frutos de su labor.
Esa es la realidad a la que todos los miembros de la sociedad tienen que enfrentarse al pasar de los años. Como dice un proverbio griego: “Una sociedad crece bien cuando las personas plantan árboles, cuya sombra saben que nunca disfrutarán”. Tal es el caso de los adultos mayores que viven en la residencia Emaús para ancianos, lugar en donde sus residentes se enfrentan a una importante cantidad de carencias que resultan del limitado o nulo apoyo de parte de las autoridades y de la población en general.
La Hermana Habita Marina Aguilar Estrada, quien administra la residencia, señaló que una de las principales carencias que tienen son las sillas de ruedas. Destacó que las sillas con las que cuentan se encuentran en malas condiciones, debido al uso cotidiano al que se han destinado por varios años.
Reveló que no han recibido una donación de sillas de ruedas en por lo menos cinco años y que si bien ya mandaron un oficio desde el 13 de junio al DIF municipal para solicitar apoyo con por lo menos 30 sillas de ruedas, sólo han recibido una llamada telefónica para constatar el tipo de sillas que requieren.
Otra de las carencias que tienen, acotó, es la falta de servicios sanitarios. Señaló que la residencia necesita también realizar el cambio de 33 inodoros que pese a haber sido reparados una y otra vez, ya no sirven para prestar servicio a sus usuarios. Consideró que es importante conseguir inodoros que estén adaptados para los ancianos que andan en silla de ruedas.
Asimismo, otro problema al que se enfrenta el asilo es la falta de alimentos. La Hermana Habita señaló que las frutas, verduras y leche que se destinan a la alimentación de los adultos mayores, provienen de los mercados La Isla y Revolución, a modo de donativo. Puntualizó que cada tres meses reciben un donativo en la forma de alimentos imperecederos por parte del DIF estatal y de una fundación médica, que apenas alcanza lo suficiente para alimentar a los ancianos en dicho período. Otra donación que reciben en la forma de alimentos proviene de una empresa avícola, misma que les da 10 pollos a la semana y una cantidad de huevo, que no especificó, cada dos semanas.
La falta de medicamentos es otra de las realidades a la que tienen que enfrentarse los residentes, quienes apenas pueden acceder a la medicación para problemas médicos genéricos, por medio de la fundación médica. La Hermana Habita reveló que lamentablemente no siempre es posible acceder a otra clase de medicamentos, que son los psicotrópicos y que son necesarios para mantener estabilizado a un sector de los adultos mayores que tienen problemas de esquizofrenia y trastornos de bipolaridad. La dificultad para conseguir estos medicamentos radica no sólo en los elevados costos, sino en el hecho de que para adquirirlos hay que presentar recetas médicas.
Igualmente consideró importante la carencia de sillones reclinables en el lugar. Apuntó que si bien estos muebles pueden parecer un lujo, en la residencia son una necesidad, porque “con ellos le damos a los residentes una forma apropiada de descansar en las noches, debido a que muchas veces, los que andan en silla de ruedas no aguantan estar recostados en la cama, se cansan mucho”.
Acotó que “ha sido la providencia de Dios la que ha permitido que todos nuestros recursos rindan, porque apenas y podemos obtener lo suficiente para cubrir los gastos de los servicios como el agua, el gas y la luz que tenemos aquí, así como las nóminas de quienes trabajan en
este lugar”.
Reveló que la residencia apenas recibe 6 mil 500 pesos en donaciones monetarias, cuando los gastos que tienen rondan los 100 mil pesos. Debido a esta razón, subrayó, se han visto obligados a limitar la cantidad de residentes que pueden recibir a sólo 50, pese a que tienen espacio para 76. Asimismo, destacó que una más de las formas en que equilibran sus gastos es con el cobro de una cuota a los residentes que tengan una familia que los apoye.
Por otra parte, los ancianos que viven en la residencia tienen que enfrentarse también al olvido y abandono por parte de sus familias. Puntualizó que esa es la situación en la que se encuentran 15 de los 50 ancianos, mismos que han sido dejados a su suerte por sus familiares, algunos de ellos debido a que padecen de sus facultades mentales.
Sin embargo, la Hermana Habita recalcó que dicho abandono lo enfrentan todos los residentes, pues las familias no pasan a visitarlos todos los días.
Ante esto, la religiosa declaró que cada cierto tiempo reciben la visita de algunas escuelas para que los alumnos convivan con los ancianos, como una forma de fomentar en la niñez los valores por el cuidado de los adultos mayores.
Señaló que una de las monjas se está dedicando a buscar convenios con escuelas y universidades para que los niños y jóvenes acudan a la residencia, para hacer su servicio social y así darle más compañía a las personas aquí recluidas.