AGENCIA
Los Ángeles.- “Tony” Sirico, quien interpretó al mafioso impecablemente arreglado Paulie Walnuts en Los Soprano y llevó su arrogancia de tipo duro a películas como Buenos muchachos, falleció; tenía 79 años.
Sirico murió el viernes en un centro de vida asistida en Fort Lauderdale, Florida, dijo su manager, Bob McGowen. No se informó de inmediato la causa.
En un comunicado, la familia de Sirico confirmó su deceso “con gran tristeza, pero con un orgullo increíble, amor y muchos buenos recuerdos”.
McGowan, quien representó a Sirico durante más de dos décadas, lo recordó como “leal y generoso”, con una fuerte cualidad filantrópica que incluyó ayudar a causas de exsoldados, algo que tocaba la fibra sensible del veterano del ejército, según el manager.
Steven Van Zandt, quien interpretó al mafioso Silvio Dante junto a Sirico en The Sopranos, lo elogió en Twitter como “legendario”.
“Un personaje mítico dentro y fuera de la pantalla. Te voy a extrañar mucho amigo”, expresó el actor y músico.
Michael Imperioli, quien hizo de Christopher Moltisanti en la serie, llamó a Sirico su “querido amigo, colega y cómplice”.
“Tony era como nadie: era tan duro, leal y de gran corazón como cualquiera que haya conocido”, dijo Imperioli en Instagram.
A Sirico no le preocupaba ser elegido para papeles de villano, dijo McGowan, más prominentemente el de Peter Paul “Paulie Walnuts” Gualtieri en la aclamada serie de drama de HBO protagonizada por James Gandolfini como el jefe de la mafia Tony Soprano que se transmitió entre 1999 y 2007. (Gandolfini murió en 2013 a los 51 años).
“No le importaba interpretar a un mafioso, pero no interpretaría a un informante”, o como decía Sirico, a un “soplón”, dijo McGowan.
Sirico, nacido el 29 de julio de 1942 en Nueva York, creció en los barrios de Flatbush y Bensonhurst, donde dijo que “todos los hombres intentaban demostrar su valía. Tenías que tener un tatuaje o un agujero de bala”.
“Yo tenía ambos”, dijo al diario Los Angeles Times en una entrevista de 1990 en la que se calificó de “inestable” en ese periodo de su vida. Fue arrestado repetidamente por delitos penales, dijo, y estuvo en prisión dos veces. En su última etapa tras las rejas, en la década de 1970, vio una actuación de un grupo de exconvictos y le picó el gusanillo de la interpretación.
“Los vi y pensé: ‘Puedo hacer eso’. Sabía que no era mal parecido. Y sabía que tenía las (agallas) para ponerme de pie y (engañar) a la gente”, dijo al Times. “Uno adquiere mucha práctica en prisión. Solía pararme frente a estos asesinos y secuestradores a sangre fría y hacerlos reír”.
Le sobreviven una hija, Joanne Sirico Bello; un hijo, Richard Sirico; un hermano, Robert Sirico, quien es sacerdote, y otros parientes.