CÓRDOBA.- Desde que inició su administración, el alcalde Tomás Ríos se ha negado a asumir su responsabilidad en materia de seguridad en Córdoba, pero eso sí, se embolsa aproximadamente 8 millones de pesos anuales de las multas que aplican Tránsito estatal y el Mando Único, de los que nunca rinde cuentas y van en su totalidad a la Tesorería municipal.
Como el “Tío Lolo”, el presidente municipal cordobés navega con la bandera de la irresponsabilidad y prefiere ver los toros desde la barrera, sin intervenir siquiera en un tema fundamental para la ciudad.
Cuando se trata de los convenios “ocultos” para sus amigos, del pago de favores con cargos públicos, el favoritismo en la concesiones y las campañas electorales, Tomás Ríos está en primera fila dispuesto a participar, pero a la hora de ejercer sus facultades en la prevención y combate al delito, simplemente prefiere buscar culpables.
En una más de sus declaraciones hechas al vapor, el edil ahora dice que “apretará” a la Secretaría de Seguridad Pública, cuando ni siquiera toma las riendas de su administración, y a tal grado llega su incapacidad en materia de seguridad que dice que a él sólo le corresponde colocar canchas de futbol, educación, cultura y parques.
Con la opacidad que se maneja, el alcalde no revela que todo el dinero de las multas aplicadas por la Delegación de Tránsito del Estado y el Mando Único de Córdoba va a las arcas municipales que él administra, y del cual los ciudadanos desconocen a qué se destina.
Los recursos que se invierten para el Mando Único los paga en su totalidad el Gobierno del Estado y ascienden a 60 millones de pesos anuales, de los cuales el Ayuntamiento no aporta un solo peso.
Eso nunca lo dirá Tomás Ríos, pues no le conviene, ya que el dinero que recibe por concepto de multas se lo gasta a discreción, sin transparencia y sin ningún esfuerzo.
Ahora, al ver como un buen negocio la operación de los primeros 35 parquímetros, busca que Tránsito quede a cargo del Ayuntamiento para extorsionar a los automovilistas y ser el mecanismo de presión para sacar más dinero.
Tal es el síndrome de ceguera gubernamental del alcalde, que es incapaz de reconocer que también recibe miles de pesos por las multas de las grúas y el corralón, pero se niega a intervenir si se registra algún problema. Así las cosas, el alcalde va por más billete para su gobierno sin mover un dedo para la seguridad de Córdoba.