de la redacción
el buen tono
XALAPA.- Veracruz tuvo el peor año en el delito de desaparición forzada en el 2021, pues oficialmente se contabilizaron 599 desapariciones, 70 más que en el 2014, el ‘año de la muerte’, cuando se reportaron 529 casos.
Pero el 2022 parece que se convertirá en el peor, bajo el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, según lo asegura Andrés Timoteo en su columna El Minutero.
Continúa, es irónico el asunto, García Jiménez utilizó a los desaparecidos como bandera de campaña electoral. Prometió que acabaría con ese flagelo y que encontraría a los ausentes. El día de su ascensión al poder, el primero de diciembre del 2018, decretó emergencia humanitaria por los miles de desaparecidos, llamó a organizaciones internacionales a venir a Veracruz para ayudar a buscarlos y prometió que regresarían a sus hogares a esos “tesoros perdidos”. Pero hizo nada. Ni los buscó ni encontró, ni permitió que otros lo hicieran.
Dos símbolos de esa burla imborrables para la gestión cuitlahuista: el caso Viridiana Moreno y la integración de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas de Veracruz.
En el primer símbolo, cuando la chica de Tlaltetela desapareció y todos comenzaron a buscarla, el gobernante afirmó que no estaba desaparecida sino “resguardada” y se paralizaron todos los protocolos de búsqueda. Al final resultó que sí estaba desaparecida y fue víctima de un feminicida serial. Hasta la fecha, García sigue sin dar una explicación judicial sobre sus dichos y sin ofrecer una disculpa pública por tal aberración como servidor público.
Otro símbolo burlesco para los desaparecidos es la CEBV y su titular que son la prueba indiscutible de la importancia que Cuitláhuac García le da al tema de los desaparecidos. Otras muestras de esta tragedia en Veracruz son las fosas clandestinas o tiraderos a cielo abierto como Ixtaczoquitlán, entre otros sitios donde se han arrojado cientos de cadáveres.