De la redacción
El Buen Tono
Este tercer Domingo de Cuaresma, la comunidad parroquial de San Juan Bosco, en la colonia Paraíso, se reunió para recordar la gran misericordia de Dios y reflexionar sobre el llamado a la conversión real. Durante la celebración litúrgica, se llevó a cabo la entronización de la corona de espinas que los soldados romanos colocaron a Cristo, un símbolo de la humillación, el sufrimiento y el dolor que Jesús soportó por la salvación de la humanidad.

En su homilía, el cura Jorge Arturo Cisneros Valentín invitó a los fieles a meditar sobre el significado profundo de este acto: “Si Jesús no hubiera puesto su cabeza, a nosotros nos tendrían que poner esas espinas para castigar nuestros malos pensamientos. Entre más pecados cometemos, más lastimamos a Jesús”. Con estas palabras, el sacerdote destacó la importancia de reconocer cómo nuestros pecados, especialmente aquellos que surgen de nuestra mente y pensamientos, contribuyen al sufrimiento de Cristo.
