
Efraín Hernández
el buen tono
Fortín.- Eduardo Alonso García Viveros fue impuesto como candidato para la alcaldía de Fortín, pero será más de lo que hoy está sufriendo la ciudad, pues es un sujeto que carece de título y cédula profesional, lo que se comprobó.
A pesar de que se presenta ante los ciudadanos como licenciado en Derecho, carece de preparación universitaria y académica.
Este candidato es más de lo mismo, tendrá un Fortín abandonado, estancado, como el que dejará Rosales, saqueado, lleno de tianguis en los parques y en el bulevar, y cero obras.
Él se jactó que iba a poner una serie de represas en el arroyo que va hacia Villa Unión, entre esa comunidad y Mata Larga, pero no hizo ni una.
Es más, no ha construido ninguna presa y ni siquiera echó a andar una sola planta de tratamiento de aguas que se requiere en la localidad.
El drenaje va directo al río, por eso es que Fortín apesta.
Y ahorita lo benefició la lluvia, pero en unos pocos días, que se seque, que baje el nivel de los arroyos, o se sequen algunos, la peste que va a haber. ¿Por qué? Porque ya no son arroyos, ya son drenajes.
El “empresario pollero” carece de preparación, pero su cercanía con el actual alcalde generó sospechas de actos de corrupción y acuerdos oscuros, pues su candidatura está fuera de un perfil técnico o profesional, es una estrategia de continuidad que favorece intereses personales y de grupo.
La imposición de García Viveros representa una burla para los ciudadanos de Fortín, quienes exigen transparencia, experiencia y capacidad en los aspirantes a cargos públicos, no improvisaciones ni favores políticos.
La acción confirma que en la administración de Gerardo Rosales prevalece el amiguismo por encima del mérito que se requiere.
