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Temen crezca inseguridad con Portilla Bonilla

Superiberia

El ahora titular del CESP, -según la ley- es el portavoz de la población para implementar estrategias para una mejor seguridad, cosa tan más incongruente si en Córdoba, siendo sólo un municipio, no pudo dar seguridad ni tranquilidad a los habitantes; menos podrá ahora con este mismo encargo en los 212 municipios que conforman el estado.

Alejandro Reyes, alias “El Chikas”, uno de sus empleados privilegiados, era su principal operador para proteger al crimen organizado cuando éste era Inspector de Policía. Hoy estará de plácemes.

Y es que cuando Portilla era Alcalde, permitió que Lucio Hernández Lechuga (a) “El Lucky”, asentara sus reales en la zona Centro, incluso -según obra en una declaración ministerial- el mismo Óscar Barquet, como director de Tránsito, recibía $15 mil pesos mensuales de cuota para no infraccionar  vehículos de los delincuentes, y además utilizaba sus patrullas para “echarles aguas”. Tal fue su grado de responsabilidad que Barquet tuvo que andar a “salto de mata” mientras se calmaban las aguas, y cuando reapareció, lo hizo amparado por miedo a que la Marina  lo detuviera por sus nexos con el crimen organizado.

Así que el cargo del terrablanquense es un desacierto de la administración estatal, ya que en sus dos gestiones como alcalde de Córdoba, lo que menos hizo fue velar por la tranquilidad de la ciudadanía, dejando a Córdoba sumida en la peor crisis de seguridad en su historia.

Y ahora, ¿Portilla va a ser el intermediario entre la sociedad y el Gobierno para diseñar los programas policiales que se utilizarán para proteger a los veracruzanos?

Aún están latentes la fechas -junio del 2012 y marzo del 2013- cuando elementos de la Armada de México tuvieron que llegar a esta ciudad para hacer redadas y detener a todos los policías municipales de Portilla, acusados de tener vínculos con el crimen organizado.

Se debe recordar que durante la gestión municipal de Portilla Bonilla, El Buen Tono fue víctima de la delincuencia, sus instalaciones fueron quemadas -6 de noviembre de 2011- ya que el Alcalde cordobés, policías municipales, y hasta Barquet, fueron señalados por omisión de vigilancia para facilitar el ataque contra el rotativo, pues no pasó una sola patrulla mientras los delincuentes quemaban nuestras instalaciones, además de que nunca exigieron al C4 la grabación de la cámara de vigilancia gubernamental que se encuentra instalada a escasos 50 metros de este periódico. Aún con toda la estela de corrupción y presunta tolerancia a la delincuencia, Portilla ahora es el titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública. 

La paradoja -o “para-joda”, como se quiera ver- es que uno de los objetivos del CESP, según su sitio web oficial, es gestionar la vinculación entre corporaciones policiacas, incluyendo las municipales, así como impulsar “acciones y obras públicas que aporten principalmente a la prevención del delito y a la procuración de seguridad ciudadana”, o sea, todo lo que Portilla no quiso hacer como edil. 

Por lo anterior, se reitera lo dicho en textos pasados: en el Gobierno estatal lo inaudito es lo cotidiano, e invocando al clásico, se diría que el CESP bajo la conducción de Portilla es como poner la Iglesia en manos de Martín Lutero. Éste es amables lectores, el flamante nuevo titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública. En resumen: ya no tienen remedio.

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