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Suena el silbato de la locomotora

Superiberia

Orizaba.- Las siete chicas de short, ombliguera roja y despampanantes medidas, hacían más bochornoso el día que para las 10:00 horas ya irradiaba un quemante sol.

Las matracas sonaban al ritmo del silbato de la locomotora, a un costado de la cancha, zumbaba los oídos de los hombres que esperaban a su líder.

Y el convoy llegaba. De aquella camioneta  Ram color blanca bajaba el hombre delgado, ataviado con pantalón azul marino, camisa a tono y sus inseparables gafas negras.

Víctor Flores Morales, el dirigente de los ferrocarrileros, arribaba a la cancha que lleva su nombre para dejarse consentir como los grandes, para caminar a pasos cortos en medio de una valla de robustos guaruras que no dejaban ni tocarlo.

Víctor siguió su caminata para finalmente treparse a la silla negra y extenderles la mano en señal amiga.

“Los quiero”, les denotaba con la mano derecha pegada al pecho al mismo tiempo que sonreía.

Al líder se le veía contento, a los ferrocarrileros más con la visita de su guía, de su amigo y otros tantos calificativos que le lanzaron.

Aunque no hubo discurso de él, salvo una improvisada entrevista en medio de empujones, bastaba escuchar su nombre para que los hombres del riel explotaran con porras y chiflidos.

Pasado el acto protocolario, Víctor caminó hacia las gradas, observó el primer partido y convivió con los suyos, que ayer, celebraron con un torneo deportivo, los 80 años de la fundación de su sindicato.

 

Noé Carrillo

El Buen Tono 

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