Por: Andrés Timoteo / columnista
También viene del norte y además es tocayo del actual prelado. Se trata de Eduardo Cirilo Carmona Ortega obispo de Parral, Chihuahua, a quien la Santa Sede acaba de designar como obispo coadjutor en Córdoba, es decir ayudante del actual titular, Eduardo Porfirio Patiño Leal, y llegará la Ciudad de los Treinta Caballeros en enero, pero luego se convertirá en el nuevo gobernante de la diócesis cordobesa.
Será el segundo obispo de Córdoba a partir de la segunda mitad de abril pues Patiño Leal pidió al Vaticano permanecer al frente del encargo diocesano hasta el 15 de abril, fecha en que cumplen dos décadas de la fundación de la diócesis, luego formalizará su renuncia por motivos de salud, no por edad pues monseñor Patiño apenas cumplirá 70 años el próximo 22 de noviembre y la cesantía para el clero es a los 75 años.
Como ya se sabe, Patiño Leal combate actualmente un cáncer de estomago y se encuentra en Nuevo León, su Estado natal, al lado de su familia. El mismo Carmona Ortega expuso en conferencia de prensa ofrecida la tarde del miércoles en Parral que el estado de salud del obispo cordobés es delicado y ese es el motivo de su relevo.
“Don Eduardo Patiño está muy enfermo y requiere ya de un relevo. Pero es su deseo y se le ha concedido, de seguir siendo el titular de la diócesis de Córdoba para poder llegar a su vigésimo aniversario, que será el 15 de abril. Después presentará su carta de renuncia por razones de salud y yo seguiré de titular allá en Córdoba”, declaró a la prensa chihuahuense.
Así, en los hechos, Carmona Ortega ya es el obispo sustituto más que coadjutor en la diócesis cordobesa que de nueva cuenta tendrá un prelado venido del Norte del País como en el año 2000 cuando llegó Patiño Leal desde Monterrey, aunque sin experiencia obispal. Para Carmona Ortega será la tercera demarcación diocesana en gobernar pues en el 2003 fue el primer obispo de la diócesis de Puerto Escondido, en Oaxaca y luego, en el 2012, el Papa Benedicto XVI lo designó titular de la diócesis de Parral.
Más allá de la desazón que deja el retiro de Patiño Leal a los feligreses de las 43 parroquias – en 28 municipios- que integran el territorio diocesano, sobre todo porque su relevo es por una situación de salud, la llegada de Carmona Ortega es una buena nueva porque su trayectoria pastoral no se circunscribe al culto y la contemplación, sino que es un jerarca comprometido con las causas sociales.
AMBIENTALISTA Y SOLIDARIO
Dos temas han sido relevantes en su desempeño obispal: las víctimas de la violencia, especialmente las personas desaparecidas, y el medio ambiente con especial énfasis en la defensa de los ríos frente a proyectos para construir presas hidroeléctricas. Es más, en Oaxaca se le conoció como ‘el obispo anti-represas’ porque fue un férreo opositor a las hidroeléctricas impulsadas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
En el primero, como Obispo de Parral, Chihuahua, un estado muy castigado por la “ola” de violencia y la presencia del crimen organizado, habló por las víctimas y reclamó la localización de los desaparecidos respaldado a los colectivos de búsqueda. Apenas el pasado 21 de octubre presidió una celebración eucarística en la que soltaron al aire globos blancos con los nombres escritos de cada uno de los ausentes para que los gobernantes alzaran la vista y vieran en conjunto a los que es necesario encontrar.
Aquí hay que decir que el nuevo obispo continuará la labor de monseñor Patiño Leal quien se distinguió como uno de los pocos -por no decir el único- religioso en Veracruz que en plena noche de la fidelidad y el duartismo alzó la voz por las víctimas, denunció la “ola” de violencia y el embate de los delincuentes en la zona centro. Bien por eso.
Sobre el tema ambiental, monseñor Carmona arropó desde el año 2003 a comuneros las 29 parroquias de Puerto Escondido, Oaxaca, que rechazan la construcción de la presa “Paso de la Reina” en el río Verde que cruza el municipio de Jamiltepec y los ayudó a organizarse para emprender acciones legales en contra de la misma, no solo ante autoridades mexicanas sino en tribunales internacionales. En sus homilías abiertamente calificaba a la presa como un “proyecto nocivo”.
“La presa Paso de la Reina no es un proyecto sustentable, sino una herida de muerte al río Verde y ese proyecto hidroeléctrico de llegar a realizarse será una verdadera catástrofe ecológica”, arengó en una misa ante mil ejidatarios en el 2009. También fue el impulso de una carta pastoral suscrita por obispos, sacerdotes y religiosas de Oaxaca contra la misma hidroeléctrica, lo que le valió una oleada de hostigamiento de los gobiernos estatal y federal.
Córdoba no es ajena a esa lucha ambientalista en la que tiene experiencia el obispo Carmona pues desde hace años los habitantes de la zona, especialmente los de Amatlán de los Reyes, se oponen a la construcción de la hidroeléctrica El Naranjal. Por cierto, el pasado 2 de agosto se cumplieron siete años de que fue asesinado a pedradas Noé Salomón Vázquez Ortiz, uno de los líderes del movimiento contra dicha represa.
En la parte eclesial, a Carmona Ortega tampoco le tiembla la mano para poner orden y en el 2014 se hizo famoso en el orbe católico, junto con su homólogo de Querétaro, Faustino Armendáriz, por disolver las congregaciones de los “Misioneros de Cristo Sacerdote” y “Hermanas Misioneras de la Restitución” promotores del culto a la ‘Virgen del Pozo’ por faltas canónicas y devenir en una secta ajena a los preceptos de la Iglesia. En pocas palabras, extinguió a los charlatanes que lucraban con la fe.
En resumen, la llegada de monseñor Eduardo Cirilo Carmona Ortega al mapa diocesano de Veracruz es una bocanada de aire fresco considerando a los ensotanados conservadores y silenciosos que se tienen en la entidad. También porque hoy más que nunca es necesario aquello que desde siempre ha reclamado: ¡Urgen pastores al lado de las ovejas y no de los lobos!