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Soñaba Michelli con Babel

Superiberia

México.- Lo último que le dio tiempo a hacer a Michelli Gil, 27 años, en esa vida pública que se han convertido las redes sociales fue colocar una foto suya y de su novio para anunciar que en tres meses se casaba. Eso fue el pasado 26 de octubre. 

 

Antes, el 25 colocaba una foto de cabecera en su muro de Facebook que podría parecer premonitoria: un puzzle con un montón de letras desordenadas que ella bautizó como Babel.

 

Y fue ese Babel, injusto y cruel en el que los hombres han convertido el planeta el que segó la vida de esta mexicana con nacionalidad española a la que se le paró el reloj abatida por unos terroristas que dictaron que aleatoriamente debían morir las personas que disfrutaban o sufrían la vida en la terraza del restaurante La Belle Équipe. 

 

A juicio de su pulso, puntería y fanatismo, Michelli fue una de las 19 personas desafortunadas que cayeron entre esas mesas.

 

A Michelli la violencia le agarró en París, donde ella vivía desde hace cuatro años, cuando probablemente estaba más predestinada, eso dictaba la lógica del terror, a que le pillara en su Tuxpan natal, un municipio del estado de Veracruz donde la violencia del narco hace algunos rotos. 

 

Entre París y Tuxpan, ¿quién hubiera apostado que sería en la Ciudad de la Luz donde se puede morir abatido a tiros? Sin embargo, esta hija de un famoso empresario local, dedicado a la ganadería y la inmobiliaria, Pedro Gil Sobrano, usó las raíces españolas de su abuelo para conseguir el pasaporte español que le permitiera moverse por Europa. 

 

Antes, estudió la secundaria en la Presbyterian Pan American School de Kingsville, en Texas, en 2004.

 

Fue entonces cuando la tuxpeña, que quedó tercera en el certamen estatal de belleza en 2007, se fijó en Francia y se trasladó allí a comenzar sus estudios en la escuela de negocios Emlyon de París (2008-2009).

 

Regresó a su tierra, para concluir su preparación en la Universidad de las Américas de Puebla, donde estudió Turismo y Negocios, lo que hizo en 2011. Algo que anunció con un clarificador: “Unanimidad!!!! A la fregada la escuela!!!! Ujuuuuu!!! Ahora sí a festejar!!!!”. Y el largo festejo le llevó de nuevo a su amada Francia, se trasladó a vivir a París, y empezó su relación con Filipo en 2013, un músico italiano con el que pensaba casarse en 90 días. 

 

Sólo pudo disfrutar de su anunciado compromiso 18 días. El sábado por la tarde fue al Belle Équipe, ese bar parisino donde había trabajado y que creó un cóctel en su honor bautizado como Michelli Break, una bebida hecha de tequila, miel, limón, piña y pimienta. 

 

Entonces, sentada junto a unas amigas que celebraban un cumpleaños, en la terraza de su bar, todo se hizo ruido y caos. Y su novio Filippo comenzó a buscarla y escribió en su Facebook: “Gracias a todos, estoy bien, pero necesito mi línea de teléfono libre”. Porque él buscaba que ella por fin dijera algo y ella, desgraciadamente, no lo dijo. Y entonces él, su familia y todas las personas que amaban a Michelli, supieron horas después que era una de las víctimas del terror. 

 

Comenzaron los duelos, la liturgia de la tristeza, el eterno vacío de su padre que no le ha permitido viajar a Francia a traerse los restos de su querida hija, el desconsuelo de su madre y su hermana Karla. Y a él, a Filipo, su futuro marido, sólo le dio tiempo a escribirle: “Te amo mi amor, descansa en paz”. Y se hizo el silencio.

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