El mundo, con sus siete mil millones de habitantes, seguirá intentando resolver los problemas que se van atravesando en el camino: la brecha económica, el control natal…
En 12 años ya no seremos siete mil, sino ocho mil, los millones de habitantes que estaremos pisando este planeta. En los últimos años hemos visto cómo la población mundial ha tenido que enfrentar las dificultades evidentes que llegan cuando el índice demográfico del mundo va en aumento y cómo, también, estos problemas nos toman por sorpresa: como el tema de la alimentación, los asuntos relacionados al cambio climático y hasta las complicaciones que tienen con los sistemas económicos, que poco a poco se han hecho viejos, dejando a su paso crisis económicas y devaluaciones.
Hemos llegado al punto en que la Organización de las Naciones Unidas, la misma que proclamó el 11 de julio como el Día Mundial de la Población, emite un documento, hace un par de meses, donde se lee que la ingesta de insectos podría ser la salvación para aliviar el hambre del mundo.
También, al punto de que en países como China compensan a su población para que no tengan más de un hijo o, por el contrario, algunos países europeos que premian a la población con tal de que los tengan.
Somos tantos, y tantas también las diferencias. Pareciera que en el mundo, mientras más población existe, las brechas entre algunos países y otros se hacen más grandes; basta ver imágenes de África, imágenes de hambre, de enfermedad, de necesidad y volteamos hacia otro lado, no tan lejanos de allí, como los Emiratos Árabes Unidos que en tan poquito tiempo, no más de 20 años, lograron que Dubai, una de sus ciudades más importantes, se convirtiera en una de las más extravagantes y con los hoteles más caros del mundo.
De estos tantos que somos, México coopera con 118 millones de habitantes, los cuales también, como en cualquier otra parte del mundo, viven en medio de muchas diferencias. Y es que así como en México o en China, en El Salvador o en Reino Unido, los expertos han reconocido que el gran problema que cometen los gobiernos es que sus políticas de desarrollo social no son equitativas, pues se aglomeran siempre en donde se encuentra la mayor densidad de población. Es decir, se centran en las zonas metropolitanas, dejando a las comunidades rurales siempre al final de los alcances de sus programas de desarrollo social.
Este año, el Día Mundial de la Población está dedicado al embarazo adolescente, y es que las estimaciones de la ONU señalan que al menos diez millones de mujeres menores de 18 años dan a luz cada año. Evidentemente, cada caso particular trae una historia detrás, en el que se habla de situaciones de violencia, de falta de educación sexual, discriminación y hasta de explotación. Ya que hablamos no sólo de fallas en las políticas de desarrollo social, sino también de salud pública, pues también la ONU señala que son más de tres millones de jovencitas las que cada año se someten a abortos practicados en forma clandestina, pues no en todos los países, en todas las ciudades ni en todas las sociedades el aborto es visto como una práctica legal. Apenas hace unos días sabíamos del caso de una menor de apenas 11 años, que en Chile provocó que el tema del aborto se pusiera sobre la mesa y hasta fuera tema de la campaña electoral, pues siendo víctima de una violación por parte de su padrastro, hoy se enfrenta a una realidad que le dice que en pocos meses será mamá.
El mundo, con sus siete mil millones de habitantes, seguirá intentando resolver los problemas que se van atravesando en el camino: la brecha económica, el control natal, soluciones para los problemas que enfrentamos con respecto al cambio climático, al uso de los recursos naturales y la preservación de los ecosistemas.
Somos tantos y el mundo se hace cada vez más viejo, pero no por ello se debe perder la esperanza de que en algún punto podremos encontrar un equilibrio, no pensado para quienes hoy vivimos aquí, sino para las generaciones que vienen.