Es seguro que a Eduardo Sojo, presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), le zumbaron los oídos el jueves 21 de agosto, cuando dio a conocer que según los cálculos de la institución la economía mexicana creció 1.04% en el segundo trimestre, respecto a los primeros tres meses del año.
Así, con ese dato, inicia el comunicado de INEGI sobre la marcha de la economía, y lo que refleja es que sencillamente la recuperación no existe y que la economía mexicana crece hoy menos que el promedio del año pasado, cuando el avance fue de sólo 1.1 por ciento.
En este año, el crecimiento fue de 0.28% en los primeros tres meses de 2014, y de 1.04% en el segundo trimestre, lo cual indica que en los primeros seis meses el crecimiento promedio fue de 0.66%, casi la mitad de la actividad económica del año pasado.
Es decir, la recuperación no se ha dado y el crecimiento de 2.7% en el que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) insiste, es un sueño que no se cumplirá.
Si se desglosa ese magro crecimiento de 1.04%, los datos vuelven a mostrar que la reactivación no existe: el sector servicios creció 1.07%, las manufacturas crecieron 1% y el agro creció 0.9 por ciento. Es decir, todo está prácticamente parado.
Esto lo dicen no sólo los datos del INEGI, sino los productores y comerciantes de todos los rubros en prácticamente todas las regiones del país.
“No hay movimiento” es la frase con la que resumen el problema de una economía parada.
Hay otra cifra de INEGI, también sobre el segundo trimestre, que vale la pena comentar, porque de ahí se agarró Hacienda para defender su reactivación.
Los datos mencionados antes se refieren a lo que pasó en el segundo trimestre respecto a los primeros tres meses del año.
El INEGI dio a conocer también, como lo hace habitualmente, los datos de la economía respecto al mismo trimestre del año pasado.
El dato sobre esa comparación dice que la economía creció 1.6% respecto al segundo trimestre de 2013.
Y de ahí se colgó Hacienda para decir algo que es verdaderamente de risa: ese 1.6%, dice Hacienda, resulta de eliminar de las cifras del segundo trimestre el efecto de la Semana Santa, dado que ahora cayó en abril y el año pasado se produjo en marzo.
Eso no es lo que dice el INEGI. El aumento de 1.6% no es la cifra quitándole Semana Santa, sino sólo comparando el mismo trimestre del año pasado con el de este año.
Sería ilógico que quitando el efecto de siete días el PIB pase de crecer 1.04% a crecer 1.6 por ciento.
Supondría pensar que en una sola semana el PIB brinca más de medio punto porcentual.
En esta comparación que se hace de año contra año, resulta que la economía en su conjunto creció 1.7% en los primeros seis meses, respecto a los primeros seis meses del año pasado, cuando el crecimiento fue de 1.66%, es decir, ahora creció cuatro centésimas más.
A eso, por desgracia, no se le puede llamar reactivación.
Es probable que en los siguientes trimestres las cosas mejoren un poco debido a la aprobación de la Reforma Energética, que, sin menospreciar las otras que se hicieron, constituye sin duda el gran cambio que México esperaba.
La mejora de expectativas que ha propiciado la Reforma Energética se reflejará en la marcha de la economía.
Sin embargo, es casi imposible que la economía termine creciendo 2.7%, como insiste Hacienda.
Lo más probable es que este año termine con una cifra de crecimiento entre 1.8% y 2.2 por ciento.
Hacienda tiene mucho que corregir si quiere que las reformas nos lleven a crecimiento de 4% a 5% anual hacia finales del sexenio.
Necesita corregir la política tributaria, que es un freno al crecimiento; necesita meter las manos al burocratismo y la sobrerregulación, que es el otro freno económico.
Si no ataca esos dos flancos, podría ocasionar que lo que se gana en potencial de crecimiento con las reformas se pierda por la parte tributaria y por el burocratismo y la sobrerregulación.