Por: Catón / columnista
Claribel, frondosa chica, le propuso a don Languidio, añoso caballero: “Bailemos el sensual tango ‘Por una cabeza’ y luego hagamos el amor”. Respondió él: “Escoge una de las dos cosas, linda. No puedo hacer las dos”… El golf se ha puesto muy de moda en estos últimos días. Resulta natural, entonces, que narre un cuento relacionado con ése que no es juego, sino tortura masoquista, tanto que quienes lo practican necesitan siempre el hoyo 19 después de haber recorrido los otros 18. Un golfista les comentó a sus compañeros en el club: “Mi señora acaba de empezar a jugar golf. El juego la ha apasionado en tal manera que ahora me da sexo sólo una vez a la semana”. “Puedes considerarte afortunado -dijo uno de los amigos-. A nosotros nos lo quitó completamente”… Uglicia, mujer poco agraciada, le contó a su vecina: “Anoche salí del baño sin nada encima. Mi recámara, como sabes, da a la calle, y no me di cuenta de que un hombre me estaba mirando a través de la ventana, pues las persianas estaban subidas”. “¡Qué barbaridad! -se condolió la otra-. Debes haber pasado un mal rato. Eso de ser observada por un mirón es muy desagradable”. “No es el caso -gimió la pobre Uglicia-. ¡El tipo me pidió que bajara las persianas!”… Tengo la impresión de que el prigobierno le está echando montón a López Obrador. Algunos observadores serios me aseguran que a más del Bronco, que de independiente tiene lo que yo tengo de astronauta, el régimen está promoviendo también a Margarita Zavala para que sirva igualmente al propósito de quitarle votos a AMLO. Desde luego esto es mera especulación -en política todo es especulación-, pero ciertamente provoca suspicacia el hecho de que las cúpulas oficialistas se hayan abstenido hasta ahora de atacar a esos precandidatos, como si con ellos hubiese algún acuerdo. Pienso que de existir tales manipuleos lejos de debilitar a López Obrador lo fortalecerán. El tabasqueño posee una enorme capacidad de resiliencia. De pronto parece que sus adversarios han logrado demeritar su imagen, pero siempre renace de sus cenizas, como el gato Félix, según dijo la vedette. Algo más que artimañas necesitarán Peña Nieto y su partido para evitar el triunfo de AMLO en la elección presidencial… Don Chinguetas, ya lo sabemos, es hombre casquivano. Nadie lo considera mala bestia; por el contrario, tiene buen natural, y hasta se le podría calificar de simpático y amable. Pero, qué quieren ustedes: le gusta la nal…, si me es permitido usar aquí esa expresión plebeya. Cierta noche llegó tarde a su casa por haber estado en el departamento de una cierta dama de muy buen parecer que en ocasiones le dispensaba sus favores (cuando andaba necesitada de dinero). La esposa de don Chinguetas, Macalota, no se dio cuenta de nada, pues estaba ya en el quinto sueño a la llegada de su cónyuge. Ahora bien: no hay mejor marido que el arrepentido. Al día siguiente don Chinguetas le envió a su mujer un ramo de flores con una tarjetita que decía: “Siempre tuyo”. Le compró luego un vaporoso negligé por el cual pagó 5 mil pesos, y en la envoltura del regalo puso estas palabras sugestivas: “A la noche”. La chica de la tienda olvidó quitar la etiqueta con el precio. Cuando lo vio doña Macalota pensó que con el dinero que costaba el negligé podía comprarse otras prendas más de su gusto. Lo guardó, pues, con la idea de devolverlo. Esa noche dejó la recámara en penumbra y se le presentó a su esposo sin nada encima, pensando que el negligé era tan transparente que don Chinguetas no se percataría de que no lo traía puesto. Le preguntó: “¿Te gusta el negligé?”. “Bastante -respondió él-. Pero por los 5 mil pesos que pagué por él al menos lo deberían haber planchado”… FIN.