Atzompa.- Hace una década, la muerte de Ernestina, indígena de 73 años violada y torturada a pocos metros de un campamento militar, descubrió la realidad de miles de mujeres que enfrentan la miseria extrema y viven aterrorizadas por la presencia de grupos armados en las comunidades rurales.
La Sierra de Zongolica es de alta marginación y miseria. Está integrada por comunidades nahuas, dispersas, de 14 municipios, flageladas por el hambre, analfabetismo, migración y cacicazgo, expresó el exalcalde Javier Pérez Pascuala.
En muchas comunidades no hablan español y 80 por ciento de sus habitantes son analfabetas. El 83 por ciento de sus casas tienen piso de tierra y carecen de drenaje, energía eléctrica y agua, la que obtienen del riachuelo más cercano, a dos o tres kilómetros de distancia, según el Inegi e Instituto Veracruzano de la Cultura.
En Astacinga, Tehuipango y Mixtla de Altamirano, municipios considerados entre los más pobres de América Latina, las familias sobreviven con apenas 25 o 30 pesos por jornal en los cultivos de café o caña de azúcar.
Muchos niños enferman de marasmo, propio de países con hambruna, como los africanos. Gran cantidad de madres padecen anemia e iniciaron su actividad sexual desde los 12 y 13 años de edad. El peso y talla de sus hijos está muy por debajo de lo normal, según el Inegi.
Las mujeres de Zongolica están inscritas en programas asistenciales, cuya factura es el control político y social. Como resultado, abandonan las actividades agrícolas y, cuando reciben atención médica, se violan sus derechos reproductivos, indicó la presidenta de la Asociación Civil Hagamos Algo, Aurora Luna.
“El control natal forzado y la esterilización involuntaria practicados a las mujeres, así como las vasectomías, sirven para lograr metas demográficas, en proyectos financiados por organismos como el Banco Mundial y operados por instituciones nacionales”, informó.
Consideró que hay muchos pendientes por resolver en la región.