DE LA REDACCIÓN
EL BUEN TONO
CÓRDOBA.- El gobernador Cuitláhuac García Jiménez ha manifestado que cumplirá con la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y que el delito de “ultrajes a la autoridad” se va a derogar, que no pacta con la delincuencia como los del pasado, que su secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, no tiene nexos con delincuentes, que no hay “licuadora” en los presupuestos públicos ni se ‘jinetean’ los mismos, que su gobierno no ha aumentado la deuda pública y que antes de que desaparezca su administración primero va a extinguirse un partido que lleva más de ochenta años existiendo, parecen ser cosas que se ven lejos que pueda lograr.
Y esas son apenas las últimas ocurrencias. Todas esas mentiras denotan la psicopatología del poder. Ojo, hay que acotar que, según los siquiatras, el Síndrome de Hubris no solo lo padecen los grandes hombres del poder -dictadores, presidentes, monarcas, jerarcas religiosos, líderes parlamentarios, ministros judiciales y potentados financieros- sino que ataca a cualquiera con un gramo mínimo de supremacía. Lo puede padecer un comisario ejidal, un jefe de manzana, un líder de vendedores o un gobernante tropical como Cuitláhuac García, depende del mundillo en que vivan y la realidad que recreen para sí mismos.