El Servicio Secreto de Estados Unidos ha implementado un nuevo plan de seguridad para el candidato presidencial republicano, Donald Trump, permitiéndole continuar con sus mitines al aire libre después del intento de asesinato sufrido en julio, según el Washington Post.
Para garantizar la seguridad de Trump en sus eventos, la agencia ha decidido utilizar cristales antibalas y otras medidas técnicas de protección que no se habían aplicado previamente a candidatos presidenciales. Esta decisión sigue al ataque del 13 de julio en Butler, Pensilvania, cuando Trump fue blanco de un atentado durante un mitin.
Inicialmente, el Servicio Secreto había aconsejado a Trump evitar grandes actos al aire libre; sin embargo, el ex presidente insistió en continuar con estos eventos, señalando que el equipo de seguridad había acordado intensificar sustancialmente las medidas de protección.
El intento de asesinato no solo ha llevado a un refuerzo en la seguridad, sino que también ha generado repercusiones en la agencia. La directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, renunció el 23 de julio, enfrentando críticas y presiones tras el ataque. Cheatle fue objeto de una serie de investigaciones sobre cómo el agresor pudo acercarse tanto al candidato sin ser detectado.
La situación ha suscitado un debate sobre la eficacia del Servicio Secreto en el cumplimiento de su misión de proteger a los candidatos presidenciales, resaltando la necesidad de medidas de seguridad más rigurosas en eventos de alta exposición.
