AGENCIA
Siria.- La caída del gobierno de Bashar al Assad el pasado domingo 8 de diciembre, después de una ofensiva relámpago de grupos islamistas, ha puesto nuevamente a la prisión de Sednaya en el foco mundial. Ubicada al norte de Damasco, esta cárcel ha sido un símbolo del horror del régimen derrocado y un recordatorio constante de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante años.
Tras la ofensiva que derrocó al gobierno de Assad, miles de prisioneros fueron liberados, algunos de los cuales llevaban décadas detenidos, desde la década de 1980. Imágenes impactantes comenzaron a circular por el mundo: hombres esqueléticos, con miradas perdidas, y otros tan débiles que apenas podían sostenerse en pie, apoyados por sus compañeros. Estas escenas, que dieron la vuelta al mundo, reavivaron la preocupación sobre lo que podría seguir oculto bajo los cimientos de la prisión.
Amnistía Internacional calificó a Sednaya como un “matadero humano” debido a las brutales condiciones en las que miles de reclusos perdieron la vida. La Asociación de Detenidos y Desaparecidos de Sednaya (ADMSP) estima que más de 30 mil personas fueron ejecutadas o murieron bajo tortura entre 2011 y 2018, periodo que coincide con los años más intensos de la guerra civil siria.
El lunes 9 de diciembre, equipos de rescate turcos iniciaron labores para investigar la posible existencia de celdas subteráneas en la cárcel. Esta acción respondió a una petición de las autoridades sirias, quienes solicitaron apoyo para determinar si había más niveles ocultos dentro del complejo penitenciario. Kubilay Ozyurt, portavoz de la Agencia Turca de Gestión de Desastres, declaró a la agencia AFP que se utilizarían radares y equipos acústicos para localizar posibles calabozos subterráneos.
Participarán en esta operación 120 rescatistas, equipados con tecnología avanzada para detectar espacios ocultos. Sin embargo, las versiones sobre niveles subterráneos adicionales han generado controversia. La ADMSP considera que estas especulaciones podrían ser infundadas, pero la incertidumbre persiste debido al historial oscuro de Sednaya.
Construida para ser una prisión de máxima seguridad, Sednaya se convirtió en uno de los símbolos más representativos del régimen de Bashar al Assad. Diversos informes documentaron ejecuciones sumarias, torturas sistemáticas y condiciones inhumanas que acabaron con la vida de miles de personas. Esta cárcel, ubicada a 30 kilómetros de Damasco, ha sido descrita como un lugar donde el silencio y el dolor convivían bajo un manto de impunidad.
Las versiones sobre celdas subterráneas no son nuevas. Testimonios de sobrevivientes y antiguos empleados del complejo mencionan la posibilidad de varios niveles ocultos bajo tierra, utilizados para torturas o confinamiento extremo. Sin embargo, hasta el momento, no existe evidencia contundente que respalde estas afirmaciones.
Los socorristas sirios de los Cascos Blancos anunciaron el martes 10 de diciembre la finalización de sus labores dentro del complejo sin encontrar más detenidos. A pesar de ello, la Agencia Turca de Gestión de Desastres continuará con las búsquedas en las próximas semanas, intentando desentrañar si, efectivamente, hay más secretos escondidos en las entrañas de Sednaya.
Según la ADMSP, unas 4 mil personas fueron liberadas durante la ofensiva, aunque la organización teme que muchos otros prisioneros hayan perecido antes de ser rescatados. Las cifras de desaparecidos y ejecutados continúan siendo un recordatorio doloroso de la magnitud de las violaciones a los derechos humanos cometidas en Siria durante los últimos años.
La caída de Bashar al Assad marca el fin de una era en Siria, pero también abre una etapa de incertidumbre y reconstrucción. La prisión de Sednaya, con su historia de horror y sufrimiento, se mantiene como un emblema de los abusos cometidos por el régimen. A medida que los equipos de rescate continúan con las investigaciones, el mundo observa expectante, esperando respuestas y, sobre todo, justicia para las víctimas de uno de los capitulos más oscuros de la guerra civil siria.
El futuro de Sednaya y de Siria está lejos de ser claro, pero una cosa es segura: las voces de aquellos que sufrieron en las profundidades de esta prisión no serán olvidadas.