Cada vez son más los ciudadanos, grupos políticos y Estados, que piensan que ser el País anfitrión de los Juegos Olímpicos no merece la pena.
La mayoría de las ciudades no poseen la infraestructura necesaria para celebrar un evento de tal magnitud y, por ese motivo en caso de ser elegidas, deben hipotecar su futuro para construir los recintos y estadios que se precisan y cumplir con los requisitos del evento.
El sentido común, nos dice que gastar miles de millones en un evento de dos semanas de duración no es una buena inversión. A pesar de ello, las candidatas y sus habitantes creen que las instalaciones beneficiarán a la ciudad una vez que los juegos hayan finalizado.
Nada más lejos de la realidad, pues como demuestran las imágenes de algunas sedes, la mayoría de las ciudades se dan cuenta de que las instalaciones sobrepasan con creces las necesidades del lugar y los costos de mantenimiento se vuelven insoportables. Abandonadas a su suerte, las Villas Olímpicas son la prueba de que este sistema hace aguas. Mientras el comité olímpico continúa imponiéndose al sentido común, de construir una Ciudad Olímpica que albergue los juegos para siempre en un terreno neutral.
Una de las ciudades donde es más evidente esta situación es en Sarajevo, donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno en 1984. 10 años después, estalló la guerra civil y el País quedó devastado.
Algunas instalaciones deportivas fueron utilizadas como base militar. El estadio de trineos bobsleigh fue un importante almacén de artillería durante la guerra civil.
En realidad, casi ninguna ciudad que ha acogido los juegos puede hacerse cargo de las instalaciones una vez finalizados. Las dimensiones superan las necesidades de la población local y su mantenimiento es desproporcionado. Por ejemplo, la ciudad estadounidense de Atlanta que acogió los juegos en 1996, decidió demoler el estadio olímpico en 1997, para crear 4000 plazas de aparcamiento.
El pebetero fue trasladado desde el estadio Olímpico hasta una carretera local como elemento conmemorativo. Su demolición está prevista para 2017.
Construir todas estas instalaciones no es barato, la ciudad de Atenas por ejemplo superó en 15 mil millones de dólares el presupuesto para los Juegos Olímpicos de 2004. 10 años después, Grecia continúa pagando los sobrecostes y están sumidos en una profunda crisis económica, los griegos han abandonado por completo la Villa Olímpica.
Y el nuevo Gobierno intentó convertir la zona en un barrio residencial de promoción pública.
Sin embargo y a pesar de las miles de familias interesadas, el proyecto fracasó.