Orizaba.- Una amarga experiencia vivió en el instituto Mexicano del Seguro Social el ingeniero, Manuel Santos quien el pasado jueves 12 de septiembre al sufrir un infarto fue internado para su recuperación.
Indicó que le asignaron la cama 574, y le dijeron que le iban realizar una tomografía, pero no se la hicieron, el viernes pasó a valorarlo una médico, la cual le dijo que no era necesario dicho estudio, el sábado y domingo nadie lo vio; el lunes tampoco platicaron con él.
El martes, cinco días después de haber ingresado y molesto por la poca o nula atención que recibió, bajó al segundo piso donde se encuentra la Subdirección Médica.
A la veintena de personas que se encontraban esperando atención en ese lugar, le causó asombro que por el pasillo se acercara una persona en chanclas, con piernas vendadas, sólo con la bata que dan en el IMSS y acompañado de su esposa la cual sostenía la botella de suero de la cual pendía una manguera que el impaciente -no paciente- traía conectada en el antebrazo izquierdo.
Así que no hubo quién lo detuviera en el quinto piso ni tampoco quien le ofreciera una silla de ruedas.
En el segundo piso lo atendió el médico Balderas, quien le ofreció una silla y lo conminó a que regresará a su cama, otro le pidió una silla de ruedas para que se trasladará al piso cinco con la promesa de que lo iban atender antes de las 12:00 horas.
Esperamos que ya lo hayan atendido, que la médico que le dijo que no era necesaria la tomografía reciba una fuerte amonestación y que esto sirva como retroalimentación para el personal de una noble institución como es el Seguro Social.
De la redacción
El Buen Tono