Aunque siga negando que dejará el PRD, Marcelo Ebrard dio ayer el primer paso formal para integrarse a la dirigencia del Movimiento Ciudadano, al pactar con Dante Delgado -dueño de ese partido- un “polo progresista” contra la Reforma Energética.
Como en ningún lado tienen eco sus palabras, y en el sol azteca ya le dijeron que ni sueñe con la presidencia, Ebrard decidió que lo mejor para él y su decena de seguidores es integrarse al partido naranja y desde ahí tejer su candidatura presidencial para 2018.
El ex jefe de Gobierno renunció apenas a su cartera patito como representante de la ONU en materia de seguridad para las grandes urbes -tarea que sólo él sabía de qué se trataba- a fin de dedicarse de lleno a la grilla nacional.
Ayer en San Lázaro firmó con el veracruzano Dante un pacto para convocar a todas las fuerzas de izquierda a oponerse a las iniciativas de leyes secundarias que en materia energética aprobará el Congreso en este periodo… ¡qué novedad!
Como si en verdad fuera un líder con convocatoria, Ebrard dijo que estaría dispuesto a conversar con Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, así como con las dirigencias del PRD y PT para que se sumaran al movimiento. Qué pronto se olvidó que apenas la semana pasada volvió a descalificar a los perredistas “por haberse entregado al gobierno federal a través del Pacto por México”, y hoy se dice dispuesto a sumar con ellos, cuando el mes pasado se negó a sumarse a la marcha contra la Reforma Energética.
El ex priista, ex verde ecologista, ex centro democrático y casi ex perredista sabe que las reformas a las leyes secundarias se van a aprobar porque el Congreso necesita de una mayoría simple, y que el PRI la completa con sus satélites del PVEM y Nueva Alianza.
Lo que busca es reinventarse para tener un partido desde el cual negociar su postulación a la Presidencia de la República por un frente de izquierdas, en las que estarían PRD, Morena y las rémoras de la chiquillada. Nada más hay que ver quiénes acompañaron a Marcelo ayer para ver de qué tamaño es su fuerza; Mario Delgado, José Ángel Ávila, Malú Mícher, Vidal Llerenas y Mario Carrillo, casualmente todos fueron sus empleados en el GDF.
Desde que salió del gobierno, Ebrard ha mantenido un discurso radical, incluso contra su propia dirigencia de partido, cuando fue él quien impulsó alianzas electorales con el PAN el sexenio pasado, para buscar las gubernaturas de Puebla, Oaxaca y Sinaloa, por ejemplo.
Y nada más porque López Obrador les echó a perder la del Estado de México, que si no… La situación de Ebrard es sui géneris, pues ha pasado ya por tantos partidos y siempre se llama perseguido o se queja de no ser valorado, por lo que acaba traicionando la causa y huyendo a otro lado.
Cómo es posible que aspire a dirigir el PRD nacional si lo descalifica totalmente; si no cuida su boca cuando llama traidores a sus compañeros y se pelea a muerte con la corriente más grande, la de Los Chuchos, a quienes traicionó en 2012 al pactar con El Peje a pesar de que lo habían postulado para Los Pinos.
Por eso hoy se acerca a Dante; son de la misma calaña.
CENTAVITOS… Muy interesante será saber qué tanto hablaron líderes sindicales y dirigentes de RTP, la empresa de transporte público de la ciudad, con funcionarios del GDF. A principio de semana pactaron una reunión para ver cómo van las cosas, luego de la inesperada muerte de su director, Arturo González Vega, que dejó acéfala esa área desde hace algunas semanas. Lo que se decida al respecto no es un asunto menor, pues RTP es usada como una de las cajas chicas de las tribus perredistas para mantener a tanto parásito y hacer favores a dirigentes como el propio López Obrador, pues ahí cobran sus guaruras y los de su familia, entre otros.