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Se convierten en focos rojos

Superiberia

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Tezonapa.- Ya sea por ajustes de cuentas, como parte de una “limpieza” efectuada por presuntos cárteles rivales, o por la guerra que protagonizan grupos delictivos dedicados al robo de combustible, la zona correspondiente a Cosolapa y Acatlán, ha sido salpicada por una extrema violencia que raya en la brutalidad, ilustrada por las ejecuciones, balaceras y atracos que han llenado de violencia la zona.

La mayoría de estos actos violentos sigue sin ser esclarecidos por las autoridades, y han sido el modus vivendi de los maleantes que asolan a los habitantes de estos municipios oaxaqueños –quienes se resignan a vivir en pueblos sin Ley, a merced de los grupos delictivos que han superado a la autoridades policiacas–.

La falta de recorridos policíacos ha facilitado a la delincuencia operar libremente por el territorio cosolapeño, y son pocos los sectores exentos a la inseguridad, que ahora no hace distinción. Es normal enterarse de asaltos a escuelas, viviendas, comercios establecidos, estanquillos, rutas de autobuses y tiendas comunitarias.

En la madrugada del pasado sábado 19 de marzo, un sujeto fue herido de bala tras suscitarse una riña al interior del bar María Bonita, ubicado a tan sólo algunos metros de las oficinas de Tránsito municipal. A pesar de lo ocurrido, la cantina no fue clausurada ni sellada por autoridades municipales, situación que despertó la inconformidad de los vecinos, –quienes ya anteriormente habían reportado las irregularidades en dicho establecimiento–.

El 30 de mayo se registró un enfrentamiento entre sujetos armados y elementos de la Policía municipal en pleno Parque Central, dejando como saldo tres personas heridas de bala –una de ellas fue el director de la Policía municipal, Juan Martín Cruz Rocha, a quien hirieron en una pierna–.

En Acatlán, el cuerpo de un hombre de aproximadamente 30 años de edad –descuartizado y colocado en dos bolsas negras–, fue localizado a la altura del arroyo “Salsipuedes”, en la conunidad Joliet, justo en un camino de terracería colindante con Tierra Blanca. Sobre las bolsas se encontraba una cartulina con un narco mensaje.

Brechas y veredas de esta zona han sido el macabro escenario de ejecuciones y tiradero de cadáveres, –cuyos hallazgos cada vez son más brutales–. En mayo, el cuerpo de un joven de aproximadamente 19 años de edad fue hallado al interior de un terreno, ubicado en la comunidad de Joliet, junto a un riachuelo en un camino que comunica al sitio conocido como El Azufre.

El pasado 7 de julio, fue encontrado el cadáver de un hombre de aproximadamente 30 años de edad. Éste  presentaba signos de tortura, dos disparos en el cuello y un tiro de gracia. Los victimarios dejaron sobre el cadáver un mensaje firmado, en el cual se le atribuía al ejecutado un robo por 200 mil pesos y su vinculación con los secuestros de la zona de Tierra Blanca.

El caso más reciente se suscitó el 29 de agosto, cuando padre e hijo fueron ejecutados por un grupo de sujetos armados, quienes irrumpiera en la carpintería “Jaramillo”. En el ataque, otro hijo del carpintero y un sujeto más fueron alcanzados por los proyectiles, pero sobrevivieron y fueron trasladadosados a un hospital de Córdoba. 

Arturo Jaramillo Bravo –de 56 años de edad y propietario del negocio–, así como su hijo Geovanny Jaramillo Cortés –de 29 años–, se encontraban laborando como de costumbre, cuando desconocidos abrieron fuego en su contra al llegar a la carpintería –ubicada en la calle  20 de Noviembre, de la colonia Morelos–.

En el lugar también resultaron lesionados Arturo Jaramillo Cortés –de 32 años de edad–, quien fue alcanzado por un proyectil que se alojó en su tórax. Además, otro hombre recibió con una herida en el glúteo, por lo que fue trasladado hasta las instalaciones de un hospital en Córdoba. Versiones extraoficiales dieron a conocer que otro de los carpinteros salvó su vida luego de arrojarse a un barranco para huir.

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