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Salvar a México

Superiberia

El presidente Enrique Peña Nieto aparecerá por segunda ocasión en lo que va de su mandato en la portada del semanario internacional Time. No es la primera vez que un Presidente mexicano llega a la portada de esta revista. De hecho, con él son diez los presidentes mexicanos que han aparecido ya. El primero fue Plutarco Elías Calles. Tampoco es el primer Presidente que aparece dos veces en portada: Lázaro Cárdenas también lo hizo. Por otro lado ni Vicente Fox ni Felipe Calderón llegaron a la portada de esta revista.

En la foto de la portada podemos ver el traje oscuro y la corbata roja con rayas azules que ya muchos conocemos porque aparecen un día sí y otro también en las primeras planas de un gran número de periódicos, así como en los noticieros de nuestro país. Al presidente no le falta cobertura mediática ni dentro ni fuera del país.

Llama la atención el texto de la portada: “Salvando a México: cómo las reformas de Enrique Peña Nieto han cambiado la narrativa de una nación manchada por el narco”. En diciembre de 2012, cuando apareció la primera portada del Presidente mexicano, el texto era bastante similar: “Enrique Peña Nieto ha llevado al PRI de vuelta al poder, pero ¿puede salvar al país de una ruinosa guerra contra el narco y una economía en apuros?” Al parecer, a los editores de Time les preocupa mucho que alguien salve a nuestro país.

El artículo dice lo mismo que muchos otros textos en los que se ha evaluado el primer año de gobierno del mandatario, por lo que no me ocuparé de ello. Me preocupa un poco más el tono y el punto de vista del texto y sus encabezados.

Para empezar, está el tema de que México debe ser salvado -¿de qué?, ¿de quién?- ya no por sus ciudadanos ni por el conjunto de sus representantes políticos en los diferentes niveles de gobierno, sino por nadie más que el presidente del país.

En segundo lugar está la muy misteriosa cuestión de “cambiar la narrativa”. El principal logro de la oleada de reformas del Presidente -ajenas al Congreso, o los partidos políticos, o las legislaturas estatales que las respaldaron- no ha sido cambiar la realidad económica y política del país, cosa que no ha ocurrido aún, sino cambiar la narrativa. Imagino que cambiar la narrativa de algo debe servir, pero la verdad, no me queda claro qué ni cómo.

Me queda claro que quizá estoy exigiendo mucho al encabezado de una simple portada. Quizás “salvar al país” y “cambiar la narrativa” son frases retóricas fáciles de digerir para el público internacional de una revista no especializada como Time. Pero si nos tomamos un poquito en serio el impacto de los medios en el debate público, este tipo de retórica facilona debe ser criticada por simplista y falsa.

Bastante esfuerzo le ha costado a este país dejar atrás los peores rasgos del presidencialismo, como para que los medios nos salgan una y otra vez con el cuento de responsabilizar al Presidente en turno de todo lo bueno o todo lo malo que acontece en el país.

¿Se aprobó una reforma? Ha de ser porque el presidente tiene una gran voluntad política, pronunció un gran discurso o tiene una gran capacidad de negociación frente a un Congreso que, seguramente, carece de todo lo anterior porque se le puede convencer con una buena dosis de carisma. ¿Se atoró o retraso otra reforma? Sin lugar a dudas hizo falta voluntad política, un mejor discurso, o le faltó capacidad de negociación al presidente, protagonista único de la salvación de México. Lo mejor de este tipo de narrativa es que es imposible equivocarse porque las intenciones o capacidades de los políticos son muy difíciles, cuando no imposibles, de observar.

Es muy probable que exista una audiencia importante para las narrativas simplistas. Toca a los medios decidir si quieren contar historias fantásticas o no. Toca a los lectores decidir si quieren comprar historias de héroes, villanos o voluntarismos irrefutables, o mejor buscar evidencia tangible para evaluar el desempeño de los políticos.

Twitter: @javieraparicio

 

 

 

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