- Por Raúl Rodríguez Cortés
Un documento del Departamento de Justicia de los Estados Unidos detalla los cargos que le imputan al general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, entre los que revela que desde su alto cargo dio protección a una organización criminal poco mencionada en México: el cártel H-2, basado en Nayarit y Sinaloa y liderado por Juan Francisco Patrón Sánchez también conocido como el H-2.
Según el oficio enviado por la fiscalía del Distrito Este de Nueva York al juez de esa jurisdicción Carol B. Amon, el cártel H-2, al que califica de extremadamente violento, tiene numerosas células de distribución de heroína, cocaína, metanfetaminas y mariguana en diversas localidades de Estados Unidos, incluidas Los Ángeles, Las Vegas, Ohio, Minnesota, Carolina del Norte. Durante la gestión de Cienfuegos (2012 y 2018) el cártel de Patrón Sánchez habría distribuido toneladas de droga y lavado millones de dólares de procedencia ilegal, mediante “terribles actos de violencia” que incluyeron torturas y asesinatos.
De acuerdo con el documento de marras, el cártel H-2 corrompió a altos oficiales del gobierno mexicano mediante sobornos cuando el general Cienfuegos era el oficial de más alto nivel (único divisionario con cuatro estrellas). A cambio de esos sobornos, las operaciones de las fuerzas federales mexicanas se enfocaban en combatir y procesar a integrantes de cárteles rivales.
La evidencia levantada durante esta investigación a la que la DEA denominó “Operación Padrino” (nombre tomado de uno de los alias con que se señalaba a Cienfuegos), incluye miles de mensajes de Blackberry interceptados, que demuestran –según la oficina del fiscal estadounidense- que el ex secretario de la Defensa Nacional protegió al H-2 de diversas maneras: desviando operaciones militares que pudieran involucrarlo, realizándolas contra cárteles rivales, dando protección a sus cargamentos de droga y favoreciendo su control territorial.
Entre los mensajes interceptados –asegura el documento- hay intercambios directos entre el general Cienfuegos y el H-2.
Esta detención de quien fuera el más alto mando del Ejército y la Fuerza Aérea –hecho sin precedente- ha sacudido a las fuerzas armadas en momentos en que el presidente Andrés Manuel López Obrador las presenta como la única institución ajena a la corrupción que carcome al país.
La narrativa presidencial de achacar el problema a administraciones pasadas no aplica en este caso, donde las sucesiones del jefe del Ejército han tenido desde siempre vasos comunicantes, no obstante que AMLO desechó la terna de generales que Cienfuegos Zepeda le propuso para sucederlo, y optó por el más joven de los divisionarios, el general Luis Cresencio Sandoval
Es falso, por cierto –según fuentes consultadas al interior de la SEDENA- que el actual general secretario haya sido jefe operativo cuando Cienfuegos estuvo al mando. De hecho, la molestia que generó en el ex secretario de la Defensa Nacional el que AMLO bateará su propuesta sucesoria, llegó incluso a rudos intercambios cuando el hoy presidente, todavía como electo, solicitó que Sandoval se integrara al equipo de transición.
Fuentes de inteligencia militar aseguran a esta columna que, durante el gobierno panista de Vicente Fox, cuando el secretario de la Defensa Nacional era Gerardo Clemente Vega García yCienfuegos jefe de la región militar con sede en Acapulco, el grupo especial antinarcóticos de la SEDENA obtuvo información que vinculaba con el narcotráfico al hoy detenido en Estados Unidos.
Pero el asunto se archivó, dado el afecto y cercanía que Vega García tenía por Cienfuegos. Este, de hecho, era el candidato a sucederlo, pero Felipe Calderón se decantó por un divisionario de mayor antigüedad, el general Guillermo Galván Galván con el que siempre tuvo una relación fracturada.