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Reúne Caravana a dos hermanas guatemaltecas

Superiberia

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Amatlán.- Después de 32 años de no verse, dos hermanas se encontraron el día de ayer en el comedor La Esperanza del Migrante, con la intervención de la XII Caravana de Madres Centroamericanas, Buscando Vida en Caminos de Muerte.

En el camino de ésta se llevarán a cabo otros dos encuentros, con los que buscan restablecer el lazo familiar, señaló Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano.

Desde hace un mes, el Movimiento Migrante contactó a Aída Amalia Rodríguez Ordóñez. Por ello, en esta Caravana participó Norma Janeth Rodríguez Ordóñez al lado de su sobrina, Oneida Isabel —quien busca a su mamá, Reina Isabel Rodríguez Ordóñez, hermana  de quienes se encontraron anoche—.

Aída Amalia salió de Guatemala a los 13 años de edad para olvidar una tragedia familiar. Por un tiempo sostuvo contacto con uno de sus hermanos a través de cartas.

Ella se trasladó a México, donde rehizo su vida al conformar una familia luego de que se caso y tuvo una hija.

Hace 28 años dieron por muerta a Aída, a raíz de una confusión, luego de que una persona falleció en Cuernavaca y pensaron que era ella. Después, su familia cambió de domicilio y no pudieron seguir comunicándose.

La hija de Aída, quien ya es madre de un pequeño, ayudó a su madre a buscar a su familia y por ello contactaron la Caravana, por medio de la cual fue posible el encuentro.

Sin embargo, aún tienen una hermana que buscar, Reina, quien tiene ya más de 20 años desaparecida.

Norma, al saber que volvería a ver a su hermana, se puso mal por la emoción; Oneida también, al grado de desmayarse, por lo que requirió atención médica.

Luego del reencuentro, las hermanas fueron un rato a convivir, pues Aída vive en Puebla, su hija está en Xalapa y ayer se reencontraron para conocer la extensión familiar.

Norma tiene dos hijos en Guatemala, a los que dejó para realizar este viaje. Al reunirse, le comentó a Aida que dos de sus hermanas ya fallecieron, así como el padre de ambas.                        

El sueño de Aída era comprar el restaurante donde trabajaba, en Guatemala. Su sueño no era ir a Estados Unidos, aún cuando le ofrecieron la oportunidad.

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