La renuncia, apatía, dimisión, abdicación, indolencia y muchas de las veces la resignación o el abandono del ejercicio de los derechos fundamentales por parte de la ciudadanía, son caldo de cultivo del abuso del poder, ya sea por la propia autoridad, grupos de poder político, económico o criminal; que no es otra cosa que la capacidad de imponer por la fuerza, coacción o amenazas, la voluntad de uno (s), sobre otro (s), para explotar o dañar a ésos otros, o mediante su falta de acción permite que ésos otros sean explotados o dañados.
Condiciones tales que sólo se revierten con la resistencia civil, por medio de organizaciones de la sociedad y el respeto de los derechos fundamentales, encaminadas al consenso social para impulsar acciones o iniciativas que busquen el bien común, como promuevan el desarrollo social y la democracia participativa a través de la integración de la comunidad, al ejercicio de la exigencia de sus derechos, para que la población tenga acceso a un mínimo vital en los rubros de alimentación, salud, educación, empleo digno, justicia y seguridad, que con su coerción influya en las decisiones del gobierno para la administración de los recursos del pueblo, sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un partido político; los déficit que se han desarrollado en los últimos trece años en materia de esos derechos fundamentales, civiles y políticos, han dado origen al crecimiento del hambre, la desigualdad, el descomunal e inhumano desarrollo de la delincuencia común u organizada, por falta, bien a bien de la intervención de la sociedad, que cuando lo decide tenemos ejemplos vividos del resultado de la resistencia civil, éstos están a la vista, como son los grupos comunitarios de guardias armadas ciudadanas, surgidos principalmente en los estados de Guerrero y Michoacán, que vivían este flagelo como su condición permanente, logrando mayores y más resueltos avances en contra de la corrupción gubernamental, la delincuencia común u organizada en tiempo récord, con más de 250,000 elementos tan sólo en estos estados y en aumento permanente; el movimiento de resistencia civil en contra de las altas tarifas de la luz eléctrica en el estado de Veracruz, principalmente en las comunidades aledañas a 60 kilómetros a la Planta Nucleoeléctrica de Laguna Verde, con más de 180 comunidades y 75,000 integrantes o el estado de Tabasco con 35,000 miembros que no pagan energía eléctrica apoyados por el PRD; la participación de las organizaciones en contra de la delincuencia, como miembros de las ONG, logrando en este gobierno la creación de un organismo gubernamental en contra del delito de secuestro, con su participación directa en su estructura y supervisión; o las fundaciones como ejemplo de funcionamiento la Isidro Favela, que se ocupa de la promoción y facilitación de acceso a los programas de apoyo gubernamental y a las políticas públicas, con presencia en todo México, etc; acciones que los gobiernos pretenden invisibilizar, pues son consecuencia de su falta de capacidad gubernamental, pero que permanentemente, las encontramos en las redes sociales y el periodismo independiente en todas sus facetas.
La resistencia civil, no debe entenderse como una exigencia al derecho a la participación política, que sigue viéndose afectada, utilizada y viciada, por los grupos de poder, el entramado institucional y los partidos políticos, que han demostrado que poco les importan las necesidades y reclamos de la ciudadanía, que dan cuenta de un problema complejo y urgentemente pendiente.
La resistencia civil, es inclusiva de todo tipo de personas, respetando su diversidad, por el sólo hecho de ser y tener categoría de ciudadanos, integrándose de manera colectiva, permitiéndose actuar para tomar decisiones en el ámbito público que conciernen a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales; teniendo su participación activa y directa en defensa de su familia, seguridad, bienes y derechos fundamentales, en protección además del espacio de vida social organizada, que es voluntariamente autogenerada, independiente, autónoma del estado y limitada por un orden legal, con el derecho a oponerse a todo aquello que afecte a los derechos colectivos, en una esfera pública para expresar sus intereses, pasiones e ideas, intercambiar información alcanzando objetivos comunes, a lo que no puede oponerse un Estado que se considere legítimo.
Saludos.