Todos los que han tenido contacto con enfermos terminales conocen muy bien las etapas por las que pasan estos antes de aceptar su terrible realidad. Entre otras, Primero: la incredulidad, esto no me pasa a mí. Segundo la ira ¿Porque a mí? Tercero la desesperación: alguien me debe de ayudar, hasta llegar a la aceptación y a la resignación, adoptando una escalofriante indiferencia, una total resignación: ni modo me toco perder, que se haga la voluntad de Dios
Y esto viene a mi mente por lo que apenas hace unos días sucede a nuestra querida señora de los puentes: Extrañamente apareció un comando armado que solo Dios sabe de dónde salió, y con lujo de violencia saca de su domicilio y se lleva al encargado de dar seguridad a los orizabeños y lo desaparece. Salvo algunos comentarios en los medios informativos, nadie hizo el escándalo que un acto de esa naturaleza debió provocar, ni autoridades de Orizaba ni del estado. Y desde entonces todo lo que se llega a comentar se hace en lo oscurito es decir rumores entre amigos, especulaciones sobre eventos que dicen suceden y que los medios de comunicación se callan. ¿Dónde están las autoridades del estado, que acaso no es esto un motivo de gran preocupación, no se está afectando terriblemente la seguridad pública? La pregunta más preocupante que muchos ciudadanos actualmente se hacen es: si esto le sucede a la cabeza del instrumento de la seguridad de la ciudad ¿Que me espero yo, COMO ME DEFIENDO?
Y ¡claro! la pregunta obligada de nosotros los interesados en comentar con la ciudadanía acerca de todo lo que sucede: ¿Qué te pasa señora, por qué el mentado “valemadrísmo mexicano” parece haberse trocado por la resignación de los enfermos terminales, pues una gran parte de la mayoría de tus hijos parecen estar convencidos que esto es algo que si sucede es porque tenía que suceder y por lo tanto ya no hay nada que hacer, acaso estas tan enferma que lo único que nos queda es la referida resignación?
Recordando la respuesta del alcalde que dio a un reportero de conocido diario con respecto al suceso referido: no sé qué pasa dijo, pero que Dios lo cuide. Y apropiándome de su respuesta me digo a mí mismo y se los comento a ustedes: no sé qué te pasa señora pero que Dios te y nos cuide.