Por Andrés Timoteo / columnista
REPUDIO TOTAL
Ayer, la periodista María Elena Ferral fue atacada a balazos por sicarios en Papantla, donde radicaba y desde donde fungía como corresponsal del “Diario de Jalapa”. Se encuentra grave en un hospital, su vida está comprometida. Es la décima periodista que sufre agresiones en el actual sexenio, apenas el 11 de marzo a Mireya Ulloa Valencia, directora editorial del periódico “La Opinión” de Poza Rica, la atacaron a navajazos cuando llegaba a su domicilio.
Hace un año, el 3 de agosto, el reportero Celestino Ruiz Vázquez, corresponsal de “El Gráfico de Jalapa”, fue asesinado a balazos en Actopan. Esos han sido los atentados más graves contra colegas, aunque abundan otros que van desde las amenazas, golpes, detenciones arbitrarias, vigilancia y acoso en sus domicilios, hostigamiento en redes sociales y hasta la criminalización de parte de funcionarios estatales.
María Elena Ferral es una reportera de a pie, mujer luchadora que se forjó un nombre en el gremio haciendo periodismo en una zona atestada de caciques y maleantes como es el Totonacapan. Por su trabajo, ella ha sido objeto de amenazas de muerte en muchas ocasiones y el amago más reciente provino del exdiputado priista y ex alcalde de Coyutla, Basilio Picazo Pérez quien amenazó como “levantarla” y “desaparecerla”.
Los Picazo son señores de ‘horca y cuchillo’ en Coyutla donde se han turnado la alcaldía -actualmente es alcalde un sobrino, Jesús Antonio Picazo Gutiérrez quien heredó el cargo de su papá, Benito Picazo- y la influencia de su cacicazgo se extiende en buena parte de la sierra papanteca. Son especialistas en golpear, secuestrar y asesinar gente como está documentado desde el 2005 cuando Basilio Picazo ordenó el asesinato del exsíndico, Miguel Alonso Vázquez y por el cual estuvo prófugo muchos años.
Es lamentable que, tras la agresión a la periodista, el gobernante en turno haya salido a acusar que se quiere “golpear a su gobierno” en lugar de asumirse como un estadista para dar certeza a la comunidad reporteril y garantizar la justicia. Vaya, parece que los tiempos oscuros del duartismo volvieron pues el exgobernador Javier Duarte también intentaba desviar la atención de los crímenes contra periodistas alegando que se cometían para afectarlo.
No, a los periodistas se les asesina en Veracruz porque hay un clima de impunidad tolerado desde la cúpula del poder. Los comunicadores no se dejan agredir ni se mueren para perjudicar a un gobernante, sino que son víctimas de un régimen permisivo de la violencia y hasta hostil contra la prensa. Desde este espacio repudiamos el atentado contra María Elena Ferral y exigimos que se investigue, busque y castigue a los autores materiales e intelectuales. Y que no se criminalice a la compañera sino que se le haga justicia. En tanto, oramos por su salud.
DÍA 18: UN LARGO ENCIERRO
A guisa de adenda y a petición de una lectora sobre la información del texto anterior, se agrega que las proyecciones en Europa para que entre el 5 y 10 de abril comience a notarse los resultados del encierro domiciliario de la gente significa que a partir de ese lapso comenzaría a disminuir paulatinamente el número de personas infectadas por el Covid-19 gracias a que se rompió con la cadena de contagio.
Los expertos proyectistas le llaman “achatar la curva” o “recortar la cresta”, es decir que la línea ascendente de infectados en las gráficas de la estadística se desacelere y poco a poco se estabilice. Así, los “picos” en las gráficas se vuelven menos agudos -no en línea vertical hacia arriba sino horizontal- para que eventualmente inicie un descenso y se complete la curva cuesta abajo.
La traducción de esto es que el confinamiento de las personas en sus casas dará resultados en un plazo de cuatro a cinco semanas, de acuerdo con los pronósticos más optimistas y se visualizará cuando el número de enfermos disminuya y el sistema sanitario recupere su capacidad para atenderlos. Sin embargo, eso no significa que el encierro termine en un mes pues apenas serán los resultados incipientes y habrá que “achatar” bien las curvas numéricas. Vaya, para confirmar que será un largo encierro hay que ver lo sucedido en Wuhan, China donde se originó la pandemia. Allí, el confinamiento domiciliario se ordenó el 23 de enero y se levantará el próximo 8 de abril, o sea que la gente estará encerrada tres meses -77 días – y se hará paulatinamente, primero saldrán los trabajadores, luego los estudiantes y hasta el final el resto especialmente los adultos mayores.
Lo anterior será posible porque se logró detener la curva ascendente de infectados y hacer que comience su declive. En las últimas dos semanas, la estadística de infectados y fallecidos se ha estabilizado en las provincias chinas afectadas. Esto fue posible porque el gobierno envió al ejercito para obligar a los habitantes a que se quedaran en sus casas y dispuso de penas elevadas, entre ellas la cárcel, a quienes desobedecieron.
Se acusa al régimen ch no de haber perdido tres semanas antes de decretar la emergencia por el Coronavirus -los primeros casos se detectaron a principios de diciembre y a finales del año ya se hablaba de una epidemia que amenazaba con salirse de control- y por usar la milicia para imponer un ‘toque de queda’ severísimo en Wuhan y otras ciudades para tratar de detener los contagios, pero solo con esa medida draconiana se logró atajar la cadena infecciosa y la mortalidad.
Entonces, si en México se perdieron más de dos meses y todavía el encierro domiciliario es casi a contentillo, o sea que los que se encierran lo hacen por decisión propia y no por obligatoriedad, habrá que sacar calcular cuánto tardará detener el número de infectados y la cifra de fallecidos. Imaginarlo causa horror, pues solo un milagro lo reducirá a un mes como han prometido irresponsablemente las autoridades.
Nadie se equivoque, las decisiones gubernamentales a destiempo se reflejarán en personas enfermas, vidas pérdidas, hospitales colapsados y, por supuesto, en el tiempo de encierro para la población. Y claro, la pandemia no solo arrastrará vidas y finanzas sino también permanencias de los hombres en el poder. Los gobernantes pasarán a la historia según la actitud y las decisiones asumidas durante la pandemia, y, por supuesto, cuando termine el largo encierro se les deberá pedir cuentas.