El Papa Francisco ha aceptado la renuncia del obispo polaco Grzegorz Kaszak, de 59 años, quien lideraba la diócesis de Sosnowiec, en el suroeste de Polonia. La decisión llega en medio de un creciente escándalo en la diócesis que ha generado gran preocupación.
Si bien el Vaticano no ha proporcionado una explicación oficial para la renuncia de Kaszak, diversos incidentes recientes han puesto en tela de juicio la reputación de la diócesis. Uno de los incidentes más notorios involucra a un sacerdote de la diócesis, quien enfrenta una investigación criminal por supuestamente organizar una fiesta sexual en su apartamento, en la que participó un prostituto. La prensa polaca informó que uno de los asistentes a la fiesta sufrió una sobredosis de píldoras para la disfunción eréctil.
El fiscal a cargo del caso ha expresado sospechas de que el sacerdote no brindó la ayuda necesaria a la persona que sufrió la sobredosis, lo que agravó la situación. El escándalo ha aumentado la presión sobre la diócesis y ha puesto en entredicho su capacidad para abordar adecuadamente los problemas dentro de la Iglesia.
Este incidente no es el primero que pone a la diócesis de Sosnowiec en el centro de atención. En 2010, el entonces rector en funciones del seminario de la diócesis estuvo involucrado en una pelea en un club gay, lo que generó controversia en Polonia. A pesar de la atención mediática, se le permitió mantener su puesto durante más de un año antes de que la Santa Sede intervino y disolviera el seminario.
La renuncia de Kaszak ha sido aceptada de manera inusualmente rápida por el Papa Francisco, lo que sugiere la seriedad de la situación y la necesidad de tomar medidas para restaurar la confianza en la diócesis de Sosnowiec. La Iglesia Católica en Polonia se enfrenta a desafíos significativos en medio de acusaciones de mala conducta de algunos de sus clérigos y la necesidad de abordar estos problemas de manera efectiva.
