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Relojes que perduran en la inmensidad del tiempo

Superiberia

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REGIÓN.- El reloj de la parroquia de San Juan de Dios de Orizaba, cuya torre tiene incrustados cuatro vistas del cronómetro; el de Zongolica que marca los segundos, minutos y horas, en la torre de la Presidencia municipal; y el de una sola torre en hexagonal, de la que fuera la capilla de Hacienda del general Carlos Andrés Pacheco Villalobos: todos fueron puestos en sus sitios en 1891.

El historiador no oficial de Zongolica, don Miguel Méndez Tepole, refiere que su señor padre, Miguel Méndez Cerro, fue quien le daba cuerda al reloj del Palacio y quien le dijo que éste, con los de Motzorongo y de San Juan de Dios, en Orizaba, los colocaron en el mismo año.

En cuanto a dicho dato, está la siguiente memoria: “El reloj de Zongolica es marca Creisot 2 y en el chasís o armazón base, tiene en la parte interior en números grandes 530 y afuera con chicos, el 1027, mismo número que lleva en una de sus piezas.

En el escape del péndulo, tiene grabado 1891 […] Esa pieza se compró en La Princesa, de la Ciudad de México, en 1891. No sabemos si con intervención del Gobierno de la Entidad o directamente por el señor licenciado Carlos María Corro, zongoliqueño, que en esos días era magistrado del Tribunal Superior de Justicia en el Estado.

El reloj costó 500 pesos y se estrenó al ponerse en marcha a las 00:00 horas del día 12 de diciembre de 1891, en honor de la esposa del licenciado Corro, de nombre Guadalupe.

Dicho accesorio es uno de los tres que, se sabe, los envió como muestra la casa fabricante.

OTRAS JOYAS

De los otros dos, uno se encuentra en Motzorongo y el otro en Orizaba”.  

José Alfredo Arcos Mota, sacristán de la parroquia de San Juan de Dios, ubicada entre las calles Sur 3  y Madero Norte, sobre la famosa Calle Real, nos ilustró: “es de origen alemán. Este mismo modelo se halla en el templo de Santa Rosa de Lima, en Ciudad Mendoza. Le doy cuerda cada siete u ocho días. En Europa se dan por una jerarquía que se heredó aquí en México, en esa época, quien poseía un título de Conde, usaba un reloj de pared en el frente de su casa.

En el pueblo, donde los domingos las personas visitaban el parque, volteaban a ver el del Palacio municipal o el de la torre del templo católico, sabiendo así la hora exacta.

También arriba del edificio existe una veleta que orienta el Norte y Sur. Así se sabía el pronóstico del clima  y la velocidad del viento, en la actualidad se informa por Internet. Los campesinos se guiaban de este modo para sembrar”, concluyó el entrevistado.

En un apunte del cronista de Orizaba, Dr. José Romero Güereña, éste refiere que por el sismo del 28 de agosto de 1973, de la parroquia de San Juan de Dios cayeron la cúpula y el cuerpo superior de la torre. Toca la restauración al cura Raymundo Palestino. En cuanto al reloj y su funcionamiento, se debe más al señor Miguel Salazar Ortiz que, ante el notario Enrique Camacho, formó un Patronato del cual fue presidente, encargando la obra al arquitecto Ramos, actuando de acuerdo con la Secretaría de Patrimonio Nacional (y resultando el costo de la obra en más de mil pesos). El señor M. Rojano fue el encargado de hacer las piezas del reloj; Rafael Mendoza, de
componerle.

Sin embargo, el mayor mérito se le debe al señor Salazar Ortiz que, con colectas, logró los fondos y lo puso en funciones.

A causa de varias composturas y cambios de piezas, aunadas al desgaste, el técnico relojero y sacristán de San Juan de Dios, nos dijo que no ha visto ninguna inscripción grabada del año del reloj.

En la exHacienda Motzorongo, que perteneciera al entonces cantón de Zongolica, está en pie la excapilla de la Hacienda de Pacheco, compañero de armas del general Porfirio Díaz, recinto donde el primer bautizo fue el 11 de septiembre de 1892.

En su hacienda, el general Carlos A. Pacheco puso a funcionar un trapiche que, con el paso de los años, evolucionó hasta ser una industria azucarera conocida hoy como Central Motzorongo del municipio de Tezonapa.  

Al reloj de Motzorongo se le daba cuerda con una manivela, como una llave allen (cuya punta termina en forma de cuadro). Una cuadrilla de obreros del ingenio era la encargada de dicha labor.

El reloj sonaba faltando 15 minutos para la hora y a los 60 minutos exactos.

De noche se le veía iluminado… pero se dejó de darle funcionamiento, un cálculo, hasta 1988… Y ahí está cubierto de polvo, de la defecación de los pichones y afectado por la humedad de la zona.

Aunque se comentó la idea de algunos trabajadores pertenecientes al Sindicato de Obreros del Ingenio Central Motzorongo, de que se repare y vuelvan a sonar las campanas, esto aún no ocurre en la realidad.

Los números romanos que tenía la carátula se han ido cayendo y a sus cristales  los han dañado los truenos de la lluvia.

El mantenimiento incluye, aparte de darle cran, limpiarlo con un trapo húmedo de gasolina, evitando la grasa, también requeriría de un restaurador y que le diera el visto bueno el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), registrando su antigüedad para protegerlo.

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