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Relato de la recaptura

Superiberia

Sinaloa.- Es de noche, y la mujer lava el piso de su casa. No quiere identificarse. Tiene miedo y da su razón: “La balacera de anoche (viernes 8 enero) nos robó el sueño y la tranquilidad. Nos obligó a rezar, a escondernos en los baños, a tirarnos al piso y 

vivir por cuatro horas pidiendo a Jesús que nos salvara. Sabíamos que era un caso de delincuencia organizada, por tantos balazos, por tanto helicóptero, por tanto encapuchado uniformado corriendo por las calles, rompiendo puertas, gritando, insultando, tratando a todos como delincuentes. Y sí, oiga, aquí vivimos con miedo”.

 

Ya han pasado casi 18 horas de la operación que terminó en la captura del dirigente del Cártel de Sinaloa y su reclusión -por segunda vez- en el Centro Federal de Readaptación del Altiplano, de donde se fugó el 11 de julio pasado.

 

Muy temprano, casi amaneciendo, recuerda un abogado que pide reservar su nombre, se escucharon los primeros tiros. Eran las 4:00 horas, aproximadamente. “Se trataba de ráfagas cortas. Ratatata, y luego silencio. Un vacío más prolongado y luego el boom. Esos eran cincuentazos con seguridad”, dice. Se refiere a disparos de calibre 50 milímetros.

 

“Luego, un haz de luz pasó iluminando los techos. Un viento frío bajó del cielo y arrancó las falsas tejas de asbesto. Los ventanales y las puertas temblaron, como cuero de tambor golpeado por una baqueta. Flap, flap, flap, se escuchó en la penumbra”. Estaba amaneciendo cuando el abogado descubrió la razón de aquellos ruidos que lo despertaron: un helicóptero de origen estadunidense Black Hawk gris.

 

En tierra, los fusileros especiales de la Armada de México peinaban los fraccionamientos cada calle, casa y alcantarilla.

 

Los anillos de seguridad realizados por elementos de la Marina se extendían. Llegaron hasta la carretera internacional México 15.

Y existían razones para ello. Había varios fugitivos del operativo, y también caídos tras éste.

 

En la casa elegida por El Chapo y El Cholo, un presunto gatillero estaba muerto y seis más habían sido detenidos. En la vivienda contigua, otro sujeto armado quedó en el patio. En Río Baluarte número 1422 esquina con Jiquilpan dos varones más terminaron sin vida, y a cinco inmuebles de ella, casi en Río Baluarte y Cocoteros, una quinta persona estaba muerta. Todos habían intentado huir por los techos y fueron ultimados por los marinos.

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