Reinventar la rueda o reinventar el país cada seis años, es uno de nuestros mayores problemas. Pero eso es justo lo que ocurre cada cambio de sexenio.
Ha sucedido cuando el cambio es entre priistas, entre PRI y PAN y entre PAN y PRI. Sin excepción. Ya sea en el rediseño del gobierno; en la estrategia de seguridad; en los planes económicos; en la relación institucional con los empresarios… la lista es larga.
El resultado ha sido una eliminación del sustento institucional.
Tomo como ejemplo el caso de la seguridad. En los años de Zedillo, quien se encargaba de la seguridad, de consignar crímenes y delitos, era la Policía Judicial Federal, que dependía de la Procuraduría General de la República, entonces comandada por Antonio Lozano Gracia y al concluir el sexenio por Jorge Madrazo Cuéllar. En la Secretaría de Gobernación estaba el Cisen para labores de investigación.
Con la alternancia y la llegada de Vicente Fox a Los Pinos, esta estructura se reformó. La PGR elimina a la desprestigiada Policía Judicial Federal y crea la Agencia Federal de Investigación, la AFI.
Cuando sale Fox y entra Calderón, se refunda la Policía Federal con una Secretaría de Seguridad Pública, encabezada por Genaro García Luna. A la Procuraduría llegó Eduardo Medina Mora, después Arturo Chávez Chávez y finalmente Marisela Morales, que venía de la SIEDO, ahora SEIDO.
A lo largo del sexenio hubo desencuentros, entre otras razones porque nunca quedó claro, ni bien definido en dónde recaían las labores de investigación.
Total que al término del sexenio de Calderón, se volvió a inventar la rueda: desapareció la Secretaría de Seguridad Pública y esas labores pasaron a una subsecretaría en Gobernación en el actual gobierno de Enrique Peña Nieto.
Imaginemos por un instante que con cada presidente que llegue a la Casa Blanca se quieran hacer modificaciones de este tamaño en la CIA o la DEA. También en la Securities and Exchange Commission, la SEC, en el Internal Revenue Sistem, IRS, o en la Reserva Federal, la FED.
¡Impensable! Casi es posible especular un proceso de impeachment para un presidente que crea que sus cuatro u ocho años (en caso de reelegirse) le alcanzan para modificar instituciones que adquieren solidez precisamente por permanecer intactas con el paso de los años.
La continuidad institucional es lo que le da precisamente el sustento a estos edificios gubernamentales.
Si cada sexenio nos queremos reinventar con base en planes que eliminan la conclusión de proyectos pasados, muchas veces basados en ocurrencias o voluntarismos, las garantías para los ciudadanos y para los inversionistas son ínfimas si no es que nulas.
Ahora que se ha presentado un nuevo programa para recuperar el orden y la seguridad en Michoacán, esperemos que el gobierno federal haya tomado esto en cuenta, para evitar que en el próximo cambio de sexenio se intente un borrón y cuenta nueva que deja todo proyecto en el aire y una cantidad enorme de recursos en el basurero.
Twitter: @AnaPOrdorica