Por: Andrés Timoteo / columnista
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Veracruz efectuará mañana sábado el ritual de cada seis años: la unción de su candidato formal a la Gubernatura. Sin embargo, lo hará en circunstancias diferentes pues a diferencia de las últimas ocho décadas, el elegido no tiene la certeza de sentarse en la silla estatal. El tricolor no gobierna la Entidad desde diciembre de 2016 y por ende, no tiene la estructura ni los recursos para realizar concentraciones fastuosas. Muestra de ello fueron los mítines poco abundantes de la precampaña.
Aún con eso, el rejuego electoral debe seguir y en la Plaza de la Concordia se realizará la Convención de Delegados para nominar al Senador con licencia, José Francisco Yunes Zorrilla. El evento está convocado para el medio día y aunque la plaza de toros tiene una capacidad para 6 mil 844 personas, los priistas prometen saturarlo hasta con 10 mil militantes para mostrar lo que en el argot político se denomina el ‘músculo político’, aunque lo hará en una sede alejada del centro del poder y del epicentro mediático.
Tradicionalmente este tipo de encerronas se realizaban en Xalapa, la capital del Estado o en el WTC de Boca del Río, el corazón de la zona conurbada más influyente económica y mediáticamente. Hoy, ambas sedes están en poder de fuerzas políticas diferentes al PRI. Xalapa es territorio compartido entre el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que tiene el Ayuntamiento y el Partido Acción Nacional (PAN) que ostenta el Gobierno Estatal, mientras que la conurbación Veracruz-Boca del Río es un territorio netamente azul.
Al PRI no le quedó otra opción que refugiarse en Orizaba –¿se acuerdan que el PAN lo hizo hace años, y en la misma plaza de toros, cuando el priismo era hegemónico?- la única ciudad importante que conservó tras las elecciones municipales del año pasado ya que el resto de los municipios ganados son rurales y con padrones electorales menores. La Orizaba de Diez Francos –pues el empresario lleva literalmente más de una década manteniendo el control municipal- será la anfitriona de la asamblea priista en tiempos de crisis partidista. Además, la Tesorería Municipal de Orizaba es la más surtida para financiar el acarreo y los gastos paralelos.
De manera paralela, la convención de delegados priista también servirá como un termómetro sobre la militancia para con Yunes Zorrilla y por supuesto, para enterarse de asistencias o ausencias en el borlote. Es decir, se verá si acuden a respaldarlo y darle ‘el beso del diablo’ personas tan impresentables como los actuales diputados Adolfo Mota, Jorge Carvallo, Erick Lagos, Alberto Silva, Tarek Abdalá, Nohemí Guzmán, Edgar Spinoso o Juan Manuel del Castillo, sendos representantes de la fidelidad y el duartismo.
El morbo colectivo estará pendiente si Yunes Zorrilla los acepta o los rodea. Lo más seguro es que no haya desprecio a esos indecibles pues en días pasados el mismo peroteño acogió fervorosamente al diputado federal por el PVEM, Javier Herrera Borunda, hijo del innombrable –quien tantas veces lo traicionó y maniobró en su contra- , y lo incorporó a su proyecto. Es decir, aceptó que lo besuqueara el satanás de la politiquería local a través de su consanguíneo. Entonces poco le costará arropar a los diablos menores que están agazapados, pero pendientes del aullido de su jefe para lanzarse a engrosar -y hacer carroña- el proyecto del peroteño.
MEDICIÓN DE NERVIOS
En el mismo tema electoral, la medición demoscópica más reciente sobre el posicionamiento de los tres principales aspirantes presidenciales, una vez concluido el período de precampaña, la exhibió ayer el periódico Reforma y sus números son literalmente un ‘explosivo’ para el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador y el Morena pues si bien lo colocan como puntero con un 33 por ciento de la intención del voto, sólo creció 2 puntos en los 50 días de proselitismo, y eso que fue el aspirante que más eventos realizó. 207 en total.
El segundo lugar, y esto es lo preocupante para los morenos, lo ocupa el panista Ricardo Anaya con 25 por ciento, lo que significa que el queretano subió 6 puntos porcentuales durante la precampaña y aunque todavía está a 8 puntos de distancia de López Obrador, la distancia ya no es inalcanzable como los 12 o 15 puntos que se manejaban a finales de 2017. Es más, las cifras son tan incómodas que los seguidores del tabasqueño ya saltaron a la palestra para descalificar la medición que puso nerviosos a los que ya festinaban un triunfo desde ahora.
Por ejemplo, Federico Arriola del periódico digital SDP (Sendero del Peje) y uno de los personeros mediáticos del tabasqueño, aseguró que la encuesta de Reforma es la “bala de plata” con la que pretenden neutralizar a López Obrador y hasta sugiere que está manipulada. Empero, si el tabasqueño tiene una distancia no remontable, ¿por qué tanto alboroto? Lo cierto es que nada está definido, Morena pese a su liderazgo demoscópico que todavía conserva no tiene el triunfo en la bolsa y todavía faltan cuatro meses y medio para los comicios presidenciales.
A López Obrador le puede suceder lo de siempre: se desploma en las mediciones por la ‘guerra’ mediática y también por errores propios, y vaya que los tiene, con eso de andar recogiendo el cascajo de otros partidos políticos. Sus detractores también tienen un arsenal completo para detonárselo durante la campaña formal, uno de los obuses se llama Javier Duarte de Ochoa. Es cosa de tiempo para que saquen sus armas más perniciosas.
Por cierto, en la encuesta del diario Reforma, el candidato priista José Antonio Meade se desplomó al tercer lugar con un 14 por ciento y es el único aspirante de los tres principales que no creció sino retrocedió. Fueron 3 puntos porcentuales los que perdió durante la precampaña pues en noviembre pasado estaba en 17 por ciento. El PRI no es rival en la contienda nacional -ni en la de Veracruz-. De esta forma, todo indica que el sistema reacomodará intereses y el Plan B se llama Ricardo Anaya para cerrarle el paso a López Obrador.
EL OTRO GENOCIDIO
Ayer jueves 15 de febrero fue el Día Internacional de Lucha contra el Cáncer Infantil. La enfermedad que, vaya paradoja, no es infecciosa, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), amenaza con rebasar a los males infecciosos y se coloca como una de las principales causas de muerte entre niños y adolescentes. El cáncer es un secreto entrañable. Algunos, los extremistas, la han considerado como un castigo divino. Los científicos simplemente la catalogan como ‘enfermedad de etiología desconocida’, es decir, cuyo origen es un misterio. Nadie sabe a ciencia cierta qué provoca esa proliferación anómala de las células. Se sabe, es cierto, que hay factores que serían causas potenciales, pero muy pocos comprobados científicamente. Uno es la exposición directa a la radiación. De ahí en fuera, el origen de la enfermedad sigue como un enigma y sobre todo en los niños, que son –aún con excepciones- los seres más cuidados del mundo porque la mayoría crece en el seno de las familias. Aún así, el cáncer infantil cabalga como un Jinete del Apocalipsis.
La OMS indica que anualmente se diagnostica a 250 mil niños con cáncer en el mundo y el 80 por ciento de esos casos se concentra en países pobres, entre ellos México. “Los niños y adolescentes en África, Asia y América Latina y en partes de Europa del Este y del Sur aún no tienen acceso a un tratamiento adecuado que incluya medicamentos esenciales y atención especializada. Actualmente, donde uno vive a menudo determina la capacidad de uno para sobrevivir al cáncer infantil”, expone la OMS en su mensaje anual. Es decir, si el niño vive en un país ‘subdesarrollado’ está condenado a no sobrevivir.
En Veracruz este tema tiene una resonancia tremenda y también un castigo pendiente. La muerte se cebó sobre los niños con cáncer que tuvieron el infortunio de acudir al Centro Estatal de Cancerología (CECAN) durante los sexenios de Javier Duarte y el innombrable, donde les negaron el derecho a sobrevivir porque se hacía negocio con la muerte de inocentes. Esto es otro crimen de lesa humanidad que nadie debe olvidar.
La nefasta fidelidad no solo desapareció adolescentes y adultos usando el aparato policiaco, y sembrando de fosas clandestinas el territorio estatal –caso que ahora está activo en los medios informativos por la detención y procesamiento judicial de 19 mandos policiacos, entre ellos el exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita- sino que también mató a niños a los que les suministró placebos en lugar de fórmulas oncológicas. Mediáticamente algunos convenencieros y personeros de los exgobernantes han querido demeritar los señalamientos. Repiten que no son ciertos los señalamientos, que solamente fue una ampolleta detectada, pero que no se aplicó, que todo resultó una acusación falsa del Gobernador en funciones. Han llegado al grado de plañir para que se deje de hablar de Duarte, del innombrable y del pasado para “seguir adelante”. Los más descarados alegan que las cosas estaban mejor con Duarte y la fidelidad. Pero no hay que equivocarse ni atender los gemidos de quienes añoran el pasado. Al contrario, hay que tenerlo muy presente porque no debe quedar en el olvido ni sin castigo por más gritos estruendosos que lance la prensa militante. Veracruz inició en días pasados un proceso de justicia transicional para castigar a los verdugos de decenas –tal vez cientos o quizás miles- de personas desaparecidas y lo siguiente será ir tras los genocidas que aplicaron quimioterapias falsas a los niños del CECAN en Xalapa.
Según reportes oficiales, entre 2013, 2014 y 2015, fallecieron 32 pequeños que estaban en tratamiento oncológico. ¿Cuántos de ellos murieron porque no combatieron las células cancerígenas ya que el medicamento que les suministraban era apócrifo? Tiene que haber una investigación forense y judicial precisa. Revisar archivos médicos y en su caso, también ordenar las inhumaciones para que se practiquen las autopsias correspondientes.
Pero el exterminio de pequeños comenzó en el primer sexenio de la fidelidad. De acuerdo a informes, entre 2004 y 2010, 455 niños con cáncer fueron atendidos en el CECAN y de ellos sólo 200 sobrevivieron. ¿Por qué murieron los 255 pequeños restantes? ¿Se les inyectó agua en lugar de fármacos? Eso se debe investigar porque de no hacerlo es convertirse en cómplice del crimen de lesa humanidad. Basta seguir el hilo conductor ya detectado: que familiares del impresentable exgobernante eran propietarios de la empresa encargada de falsificar las fórmulas oncológicas. Al momento, sólo con esos datos citados, teóricamente habría 287 niños asesinados durante la fidelidad. Se debe esclarecer eso y los siguientes genocidas a ser detenidos deben ser ellos, los que hicieron negocio a costa de la muerte de niños.